Después del nombramiento de Benjamín Netanyahu como primer ministro en 2009, se sintió una cierto enfriamiento entre Washington y Jerusalem, aunque en el tema iraní, la cooperación continuó. Paralelamente, como se dijo, Israel también estaba en plenos preparativos para un ataque contra Irán, y Estados Unidos lo descubrió. Durante 2010 las alusiones americanas ya se habían puesto especialmente densas. El jefe del Cuartel General del ministro de Seguridad Barak, Ioni Koren, comentó al respecto: “De pronto llegaron a nosotros, como por casualidad, algunos buques americanos con capacidad de almacenamiento. Entendimos que nos estaban mandando señales”.
En una de las reuniones con el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Tom Donilon, altos funcionarios israelíes protestaron “con gran indignación” por casos que llegaron a su conocimiento: ciudadanos israelíes que sirven en la Reserva en unidades importantes, habían llegado a los EE.UU. y en el control de frontera cada uno fue llevado a investigación. Cuando salieron, informaron inmediatamente al consulado en Nueva York, que fue un intento transparente y manifiesto de reclutarlos como agentes.
“Eso llevó a casi una crisis entre los países”, comentó un alto funcionario israelí. “Nos preguntábamos, por supuesto, cuántos habría que no fueron a informar lo que les había sucedido”. Los americanos negaron enérgicamente que hubiesen tratado de reclutar agentes israelíes.
Las Unidades de Seguridad del Ministro Barak, descubrieron que la embajada de los EE.UU. había alquilado un departamento con vistas a la ventana de su residencia en las torres Akirov en Tel Aviv. Agentes de Seguridad y de campo evaluaron entonces que en el departamento había sido instalado un equipo muy sofisticado, con un sistema llamado “micrófono laser” para espiar las conversaciones del ministro de Seguridad. Barak mismo declaró que en su opinión Estados Unidos no necesitaba en absoluto espiarlo, porque había recibido la información de manera fluida y abierta. “Yo”, dijo, “partía de la suposición que los americanos saben todo”.
Quien recibió de una manera menos calma los intentos americanos de averiguar qué planificaba exactamente Israel, fue el primer ministro Netanyahu. Sus colaboradores cercanos y la gente de la comunidad de Inteligencia cuentan que a lo largo de los años de Obama, Netanyahu estaba profundamente preocupado, si no más, por el temor de que los americanos lo estuvieran espiando. No usaba su teléfono y trataba de efectuar la mayor cantidad de conversaciones en un entorno estéril del Cuartel del Mossad y la Academia adjunta o en la Jefatura General del Ejército en Tel Aviv.
En los casos en que se celebraban conversaciones en la residencia del primer ministro, Netanyahu no solamente exigía retirar todos los teléfonos de la habitación, sino aislar toda la casa de la calle Balfour de cualquier conexión con un sistema externo de línea, por el que creía que se podía penetrar, incluida la conexión a la TV por cable.
En una visita a un ejercicio realizado en una instalación del Mossad al norte de Tel Aviv, Netanyahu se enfadó por un cartel que alertaba a los concurrentes que un determinado lugar de estacionamiento estaba reservado al primer ministro. “Los satélites americanos pueden captar el cartel y entonces sabrán que llegué al lugar y entenderán que ocurre algo aquí”, les mencionó a sus anfitriones, y exigió emplazar un techo sobre el estacionamiento. También comenzó a sospechar de altos funcionarios del sistema de seguridad. En uno de los casos, él y sus allegados acusaron al jefe del Mossad, Meir Dagán, de haber filtrado los planes de ataque al secretario de Defensa de esa época, León Panetta. Dagán obviamente lo negó.
A veces esa situación llegaba a absurdos. Uno de los altos funcionarios próximos a Netanyahu se contagió de los temores del jefe, y un día apareció en el Cuartel General del Mossad. Estuvimos de vacaciones en el extranjero, le comentó a una de las autoridades de la organización, y al volver nos pareció que el gato se comportaba distinto. Algo raro en sus ojos. ¿Puede ser que le hayan colocado un aparato para fotografiar y escuchar?
“Dime”, le preguntó el hombre del Mossad, tratando con dificultad de disimular su sonrisa, “acaso además de los ojos has notado también que mueve más la cola?”
“Sí”, respondió el allegado con ojos brillantes. “¿Cómo lo supiste? ¿Qué significa eso?"
“¡De esa forma carga las baterías!” respondió el hombre del Mossad.
Al hombre cercano a Netanyahu no le gustó el chiste.