En un esfuerzo por alentar las importaciones de alimentos y la reducción de precios al consumidor en los supermercados israelíes, el Gran Rabinato decidió eximir a los importadores de presentar certificados de supervisión de agencias reconocidas de kashrut como condición para recibir un sello kosher en el país.
La decisión fue tomada por el Consejo Rabínico del Gran Rabinato, luego de que sus miembros aprobaran una propuesta del presidente del consejo, el gran rabino sefardí Yitzhak Yosef, que solicitó llevar a cabo una especie de “espionaje industrial” para garantizar que los productos sean realmente kosher.
El motivo principal de la medida es evitar el monopolio de fabricantes que a menudo buscan evitar la competencia en el mercado local. La ley vigente establece que los productos importados no pueden comercializarse como kosher sin la autorización del Gran Rabinato. Los importadores oficiales generalmente obtienen esos certificados con facilidad, porque cuentan con la certificación de agencias kosher en el extranjero que supervisan el proceso de producción.
Los importadores paralelos, por otro lado, tienen dificultad en obtener estos certificados ya que las marcas suelen prohibir la presencia de inspectores independientes que podrían eventualmente romper con el monopolio de un único importador y derivar en un descenso de los precios.
Según la decisión recientemente aprobada, el Gran Rabinato evadirá por completo a los fabricantes mediante el uso de partes externas privadas para recopilar información sobre las materias primas y los procedimientos de producción. Utilizará también la asistencia de expertos mundiales en industria alimenticia para determinar si un producto es o no kosher, sin necesidad de supervisión de primera mano.
El rabino Yosef, al frente de la decisión, encontró inicialmente oposición dentro del Consejo Rabínico, pero insistió en que la medida era de gran importancia pública e instrumental en la lucha contra el alto costo de vida en el país.