Avión de El Al descarga equipo médico
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El Al
Un miembro del equipo voluntario de emergencia de ZAKA descarga un ataúd de un avión en el aeropuerto Ben Gurion en Israel

Los viajes aéreos disminuyen, pero cuerpos de judíos aún vuelan a Israel para ser enterrados

El brote de coronavirus no parece detener los deseos de los judíos en el extranjero que eligen ser enterrados en Tierra Santa junto a sus seres queridos.

Associaed Press – Adaptado por Alejo Sanzo |
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Los viajes aéreos a Israel se han detenido casi por completo debido a las restricciones aplicadas para detener el coronavirus, pero aún perdura un tipo de vuelo: el de aquellos judíos del mundo que desean ser enterrados en Israel.
Durante siglos, los judíos han querido ser enterrados en Tierra Santa, haciendo todo lo posible para asegurarse un lugar de descanso final en la tierra de sus antepasados bíblicos. Ni siquiera una pandemia está deteniendo este antiguo deseo.
"La Tierra de Israel es un lugar muy especial para enterrar a los judíos", explicó el rabino Michoel Fletcher, quien facilita la compra de terrenos para entierros en Israel para judíos del extranjero. "Los vuelos se han reducido en gran medida, pero hay vuelos de carga. Por lo tanto, puede llevar un poco más de tiempo, pero estan llegando personas".
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Un miembro del equipo voluntario de emergencia de ZAKA descarga un ataúd de un avión en el aeropuerto Ben Gurion en Israel
Un miembro del equipo voluntario de emergencia de ZAKA descarga un ataúd de un avión en el aeropuerto Ben Gurion en Israel
Un miembro del equipo voluntario de emergencia de ZAKA descarga un ataúd de un avión en el aeropuerto Ben Gurion en Israel
(AP)
A pesar de los desafíos presentados por el coronavirus, las familias, la industria de la aviación y los trabajadores de la salud están encontrando soluciones para que los difuntos lleguen a destino. Por ejemplo, fletando aviones privados, agregando vuelos de carga y logrando acuerdos con compañías de manejo. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel comunicó que 300 cadáveres, incluidas muchas víctimas de COVID-19, fueron trasladados desde febrero.
Durante ese tiempo, el bullicioso aeropuerto internacional Ben-Gurion de Israel se ha convertido en una ciudad fantasma, con solo unos pocos cientos de pasajeros que llegan en un puñado de vuelos cada semana.
El antepasado bíblico Jacob y su hijo José solicitaron ser enterrados en la Tierra Prometida después de haber muerto en Egipto. Algunos judíos creen que ser enterrado en Tierra Santa otorga expiación por los pecados o facilitará la resurrección cuando venga el Mesías.
Israel ha logrado en gran medida mantener al coronavirus bajo control, y aunque ha reportado 225 muertes de más de 16.100 casos, no ha visto a los hospitales o morgues abrumados. Incluso más de la mitad de los casos reportados en Israel se han recuperado.
Traer cuerpos es complejo y costoso, incluso en circunstancias normales. Comprar una parcela puede costar entre unos pocos miles y decenas de miles de dólares, dependiendo de la ubicación. Muchos optan por gastar sumas considerables para un lugar privilegiado en el cementerio del Monte de los Olivos de Jerusalem, que domina la histórica Ciudad Vieja y sus importantes sitios judíos. Los costos adicionales incluyen vuelos y transporte desde el aeropuerto hasta el cementerio.
Aquellos que eligen ser enterrados en Israel también deben navegar por una red de burocracia, comenzando por compañías en su punto de partida, luego a su consulado o embajada israelí local y al Ministerio de Salud.
La crisis del coronavirus ha complicado un proceso ya oneroso. Si bien las familias suelen volar desde el extranjero para escoltar el cuerpo y asistir al funeral, eso no es posible bajo las restricciones actuales de viaje, que requieren una cuarentena de dos semanas para cualquier persona que ingrese desde el extranjero.
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Un miembro del equipo voluntario de emergencia de ZAKA descarga un ataúd de un avión en el aeropuerto Ben Gurion en Israel
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Un miembro del equipo voluntario de emergencia de ZAKA descarga un ataúd de un avión en el aeropuerto Ben Gurion en Israel
(AP)
Se requieren medidas adicionales para prevenir el contagio, incluyendo material de envoltura adicional y un proceso de purificación ritual por separado. En Nueva York, que tiene una gran comunidad judía, algunas empresas de manipulación se han negado a tratar con los cuerpos de los fallecidos por COVID-19.
El mes pasado, el padre de Dan Leshem, Amnon, murió del coronavirus en Bélgica, su hogar durante los últimos 20 años. La burocracia y los altos costos no fueron un impedimento para llevar a su padre a enterrarlo en Israel, donde vive Leshem.
"Su último deseo fue ser enterrado en Israel" aseguró Leshem, quien transmitió el funeral a familiares y amigos en el extranjero. "Estaba claro que debíamos traerlo".
Un funcionario de aviación israelí, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado para discutir el proceso de transporte de cuerpos con los medios de comunicación, manifestó que un vuelo de carga que viene de Bélgica cinco veces por semana trae alrededor de 20 cuerpos por vuelo, "una excepcional cantidad."
La mayoría proviene de Francia, que tiene una gran comunidad judía y un brote severo, comentó el funcionario. También agregó que semanalmente llega un vuelo de carga con cuerpos desde Nueva York.
El funcionario de aviación dijo que incluso si un vuelo de carga está lleno, se dejará espacio para los ataúdes. "No vamos a retrasar los cuerpos porque no hay espacio" afirmó.
Familias más ricas han contratado aviones privados, lo que les permite enviar cuerpos cada dos días desde Europa y los EE. UU. En una foto publicada por ZAKA, un servicio médico israelí, el elegante y delgado interior de un avión privado que recientemente había aterrizado estaba decorado con cuatro ataúdes de madera.
La aerolínea israelí El Al llegó a un acuerdo la semana pasada con una compañía de manipulación en Nueva York preparada para manipular los cuerpos de las personas que han muerto por el coronavirus.
Yossi Landau, un funcionario de ZAKA que ha estado ayudando a las familias con entierros durante el brote, explicó que la dignidad de los muertos y los afligidos fue uno de los principales impulsores para llevar los cuerpos a Israel.
"Detrás de cada persona que muere también hay una familia, personas que viven", subrayó Landau. "Deben ser respetados".
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