Holocausto
Frederick Terna, sobreviviente,
AFP
Daniel Terna y su padre Frederick Terna, sobreviviente del Holocausto, en su casa de Nueva York.

La experiencia del Holocausto transmitida de padre a hijo

"No hay día que no pienses en tu padre y en lo que ha pasado", aseguró el fotógrafo de 32 años, Daniel Terna. De su progenitor heredó las dotes artísticas y un trauma que no se borrará.

Ynet - Adaptado por Alejo Sanzo |
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Daniel Terna no sufrió en sus carnes el Holocausto en el que casi muere su padre ni la guerra que lo engendró, pero desde la infancia ha estado inmerso en este trauma heredado.
Han pasado 75 años desde la liberación de los campos de concentración en la Alemania nazi, incluido Auschwitz, donde Frederick Terna pasó cuatro años.
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Daniel Terna y su padre Frederick Terna, sobreviviente del Holocausto, en su casa de Nueva York.
(AFP)
Pero hasta día de hoy, este judío de 96 años de origen checo, pintor prolífico y padre de otro artista de 32 años, recuerda diariamente la horrible experiencia que aniquiló a su familia más cercana.
Sin haberlos sufrido en primera persona, Daniel también habita en esos recuerdos oscuros: "De la misma manera que mi padre vive con el Holocausto todos los días, yo también lo hago".
"No hay día que no pienses en tu padre y en lo que ha pasado", aseguró a la AFP desde su pacífica casa de Brooklyn. "No se puede entender. No se puede conceptualizar".
"Pero nunca dejo de pensar en ello", subrayó.
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Foto de Frederick cuando era joven.
(AFP)
Frederick fue liberado del campo de concentración de Kaufering, en Baviera, en 1945, cuando Daniel era un niño.
El padre no se esforzó en explicarle su sufrimiento a Daniel: "No era necesario hablar de eso... se sentía en el ambiente".
Fruto del segundo matrimonio de Frederick (su primera esposa sobrevivió también a los campos pero falleció años después), Daniel recuerda que el Holocausto "fue un hecho real".
Cuando era niño, lo que más le interesaba a Daniel eran "los detalles sangrientos" y dibujaba imágenes "inquietantes" en las que aparecían soldados nazis en campos de exterminio.
Con el paso del tiempo, asegura que las imágenes de archivo en blanco y negro de aquella época "resultaron ser confusas e influyentes".
"Montones de cuerpos desnudos o hileras de prisioneros en el suelo parecían de otro mundo (...), imposible de entender para mí", sostuvo. "No podía imaginar que mi padre estuviera vivo, respirando" entre todos aquellos cuerpos.
Aunque a Daniel le avergonzaba que su padre fuera mucho mayor que los padres de los chicos de su edad, hoy el joven galerista y artista está orgulloso de Frederick.
Aseguró que la novela gráfica "Maus", ganadora del Premio Pulitzer de 1992 en la que autor Art Spiegelman entrevista a Frederick sobre el Holocausto, pone de relieve lo que atravesó la generación de su padre.
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Padre e hijo explicaron cómo la traumática experiencia moldeó su relación.
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Todavía hoy, "la gente de uniforme" enerva a su padre, reconoció Daniel.
El hijo observó algunos de estos temores en sí mismo; tampoco le gustan los uniformes ni las armas y nunca sale sin su documento de identidad.
Padre e hijo visitaron el campo de Dachau en 2015 invitados por el gobierno alemán para conmemorar el 70 aniversario de su liberación.
A los 90 años, Frederick era reacio a volver, pero a la vez quería enseñarle a Daniel qué era aquello.
Tanto el padre como el hijo tuvieron la impresión que lo que vieron era una "fachada", como manifestó Frederick cuando entró en el recinto. Daniel lo llamó "una versión de Disneyland de los campos".
Ambos fueron después a Praga, cuya atmósfera preguerra se había evaporado, afirmó Frederick.
"No creo que pueda ser recreado, fue la pesadilla de un niño".
A pesar de estar profundamente involucrado en el trauma de su padre, Daniel, un fotógrafo experimental y documentalista, afirmó que la historia familiar no le agobia.
"Soy quien soy, y la historia y el pasado de mi padre han moldeado mi identidad", comentó. Pero "no me considero más o menos pesimista que cualquier otro neoyorquino".
Su padre, su familia y sus archivos se han convertido en una importante fuente de inspiración para su trabajo y para la galería de arte que creó en el sótano de la casa familiar.
Daniel organizó en 2017 una exposición de las pinturas de su padre.
"Gran parte de mi trabajo como artista es sobre él", explicó Daniel. "Las pinturas de Frederick son extensiones suyas cuando ya no esté en este mundo. Durarán más que todos nosotros", agregó.
"Estoy tratando de acumular la mayor cantidad de material que pueda física y emocionalmente. Así que esa será una suerte de prueba viviente de mi padre".
A medida que la generación de Frederick comienza a desaparecer, padre e hijo esperan que estas pinturas conserven su memoria.
"La forma en que vivo, la forma en que escribo, la forma en que pinto dice algo sobre mi generación y la experiencia de mi generación", explicó. "Es una pequeña faceta, una pequeña piedra en ese mosaico".
"Puede sumarse a las demás para tener sentido", sentenció.
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