Kanievsky fue líder de una gran parte de los judíos ultraortodoxos asquenazis durante los últimos cinco años, una posición que intentó evitar durante gran parte de su vida.
Había rechazado un puesto en el consejo de sabios, un foro que instruye a los representantes políticos del electorado haredí. Pero cuando el líder anterior de su comunidad murió, en 2017, se lo vio como el sucesor natural.
Nacido en 1928, en la actual Bielorrusia, Kanievsky y su familia se mudaron a Palestina cuando tenía 6 años y se establecieron en Bnei Brak, donde vivió el resto de su vida.
Fue considerado un protegido en los estudios religiosos desde muy temprano.
A diferencia de otros en su yeshivá y en su corriente de judaísmo, Kanievsky se ocupó de la Cábala y del misticismo, lo que lo convirtió en una autoridad a los ojos de muchos también en otras corrientes.
Entró en una conciencia pública más amplia durante la pandemia de coronavirus, cuando instruyó a las escuelas religiosas y de yeshivá a a continuar enseñando a pesar del bloqueo impuesto por el gobierno e instruyó a su rebaño que no se hiciera la prueba del virus.
Sólo después de los llamamientos de los líderes políticos y los funcionarios de salud, cedió y permitió que las escuelas cerraran por un corto tiempo.
La negativa de los ultraortodoxos a cerrar escuelas y cumplir con las normas de mitigación de la salud provocó indignación en el público en general y enfrentamientos con la policía.
Kanievsky luego revirtió su postura original e instó a los ultraortodoxos a vacunarse contra el coronaviris; sin embargo, nunca estuvo de acuerdo con el cierre de las sinagogas y sólo instó a la vigilancia. Él mismo se contagió de COVID-19 y se recuperó.
Su funeral tendrá lugar el domingo.