Investigadores israelíes aseguran haber encontrado restos de cannabis en un templo milenario en Tel Arad, en el desierto del Negev israelí.
Esta fortaleza fue descubierta hace casi 60 años y data del siglo VIII a.C. Pertenecía al reino de Judá y destaca por las similitudes con el Primer Templo que se erigía en ese entonces en Jerusalem.
Después de décadas en las que se intentó determinar qué eran unos componentes negros encontrados en dos altares de piedra caliza del interior del templo, un análisis químico liderado por la Universidad Hebrea de Jerusalem y el Instituto Technion reveló que uno de los altares contenía componentes psicoactivos del cannabis y el otro rastros de incienso, compatibles con los utilizados para sacrificios en los templos judíos de la antigüedad.
Según los investigadores, cuyas conclusiones se publicaron en una revista académica de la Universidad de Tel Aviv, se trata de la primera prueba del “uso de sustancias que alteran la mente como parte de los rituales de culto en el reino de Judá”.
La ausencia de semillas de cannabis en la región sugiere que este producto posiblemente era importado desde rutas comerciales lejanas, probablemente en forma de resina conocida coloquialmente como hachis, y el análisis químico determinó que fue quemado sobre estiércol seco de animal.
Los altares son preservados en el Museo de Israel en Jerusalem y Eran Arie, curador de la Edad de Hierro en dicha institución, aseguró que se trata de un hallazgo “revolucionario” por partida doble: por un lado es la evidencia más temprana del consumo de cannabis en la región, y por el otro “es la primera vez que se encuentran sustancias psicoactivas en la religión judía”.
A su vez Yossi Garfinkel, profesor de arqueología de la Universidad Hebrea que no participó en este estudio, afirmó que el ritual del vino y algunos indicios del uso de opio indican que para los antiguos habitantes de la región eran “elementos deseados para entrar en un estado de éxtasis y conectarse con Dios”.