Mientras la guerra en Ucrania sigue haciendo estragos, millones de personas se desplazan de sus hogares por la invasión rusa, sin que haya nada más que grupos de voluntarios y sin ánimo de lucro en los que confiar. Una de esas organizaciones es el Jabad moldavo, que se instaló en la frontera con Ucrania para ayudar a los refugiados a cruzarla de forma segura.
Yeruslava viajó durante 24 horas desde Kiev con Dina, su hija de ocho años, antes de que finalmente consiguieran cruzar la frontera y llegar a la ciudad de Călărasi, en Moldavia, donde pasarían unos días en la casa de huéspedes "Codru", donde Jabad dirige su labor de rescate.
"Salimos justo a tiempo antes de que empezaran los bombardeos. Estábamos muy preocupados por lo que pasaría y por si tendríamos un lugar donde dormir y protegernos del frío. Cuando llegamos, de repente nos dimos cuenta de que hay gente que se ocupa de todas estas cosas y eso nos calentó el corazón"
Alexandra Zorville, refugiada ucraniana
Sin embargo, el marido de Yeruslava tuvo que quedarse en Kiev porque las autoridades ucranianas no le dejaron cruzar la frontera. "Al menos no está en el ejército", manifestó. Cruzaron la frontera casi sin equipaje, y aunque Yeruslava no sea judía, su marido sí lo es, por lo que ella y su hija pudieron recibir asistencia de Jabad.
Victoria Stzvichick también llegó a Moldavia sin su marido desde una pequeña ciudad cercana a Kiev. "Mi marido no pudo salir de Ucrania, pero yo estoy con mis dos hijos, junto con mi hermana y nuestra madre. Todos queremos llegar a Israel", expresó.
Alexandra Zorville, hermana de Stzvichick, dijo que pasaron dos días en la carretera, viniendo de la ciudad de Dnipro a una casa de Jabad en Kishinev y de ahí a una casa de huéspedes en Călărasi.
"Salimos justo a tiempo antes de que empezaran los bombardeos. Estábamos muy preocupados por lo que pasaría y por si tendríamos un lugar donde dormir y protegernos del frío. Cuando llegamos, de repente nos dimos cuenta de que hay gente que se ocupa de todas estas cosas y eso nos calentó el corazón", manifestó Zorville.
En el hogar de huéspedes de Codru se alojan actualmente personas que escapan de Ucrania junto con turistas que llegan de vacaciones. El administrador jefe del lugar, Andrey David, explicó que se asignaron 180 camas para los refugiados de Ucrania. Para conseguir la ayuda del lugar, la organización Jabad tuvo que utilizar como lazo a una diputada local, Natalia Davidovich, y un abogado, Alex Gneperin.
"Se calcula que ya salieron de Moldavia unos 200.000 refugiados de los 300.000 que llegaron, pero siguen entrando cada día"
Alex Gneperin, abogado moldavo
El administrador contó que "casi 3.000 refugiados judíos de Ucrania pasaron por el lugar hasta el momento".
"Jabad pidió ayuda a la casa de huéspedes de Codru e inmediatamente aceptamos. Estamos en tiempos de guerra y tratamos de ayudar a la gente y ofrecer un lugar seguro. También tememos convertirnos nosotros mismos en refugiados, pero por ahora somos optimistas", aseveró David.
Por otro lado, Gneperin es originario de Ucrania, y cree que Moldavia debe ayudar a los refugiados porque la guerra está afectando a todos los países fronterizos, y no está claro si el pueblo moldavo también necesitará ayuda.
"Hay soldados rusos en Transnistria [un estado separatista no reconocido situado en la estrecha franja de tierra entre el río Dniéster y la frontera moldava-ucraniana], a 50 kilómetros de Kishinev, y se dice que los rusos también pueden invadir y tomar el control de Moldavia. Nuestro país está dividido al 50%-50% [de los que apoyan a Rusia y los que apoyan a Ucrania], podría crearse una guerra civil", añadió Gneperin.
Cada día, cientos de refugiados reciben ayuda de Jabad, que les proporciona una cama caliente, comida e incluso un hombro en el que apoyarse en los días en que su futuro no está claro. La Fraternidad Internacional de Cristianos y Judíos lleva donados unos 4 millones de dólares y la comunidad judía de Moldavia, por su parte, se movilizó para ayudar. Todo esto sigue pareciendo una gota en el océano.
Los refugiados siguen llegando al país sin parar. "Se calcula que ya salieron de Moldavia unos 200.000 refugiados de los 300.000 que llegaron, pero siguen entrando cada día", explicó Gneperin.
En Shabat, todos en la casa de huéspedes se mezclaron entre sí. No parecía haber diferencia entre los refugiados y las familias que venían de vacaciones.
La familia de Victoria Stzvichick y Alexandra Zorville tuvo suerte, y el lunes ya se habían ocupado de todos los preparativos del viaje y se dirigían al vuelo de rescate con destino a Israel. Por la mañana, los seis emocionados miembros de la familia subieron finalmente al vuelo, con una sola maleta por persona.
Unas 150 personas llegaron en este vuelo de rescate desde el aeropuerto de Kishinev, abierto especialmente para la Agencia Judía para Israel y la Fraternidad Internacional de Cristianos y Judíos.
Al aterrizar en el Estado judío, pasaron por un proceso de absorción, y después fueron llevados en autobuses a los hoteles con el resto de los refugiados.
Los pasajeros del vuelo aseguraron que tenían miedo de empezar una nueva vida. Lo dejaron todo atrás, pero sintieron que no había otro camino y que era el momento de empezar de nuevo en Israel.