Coincidiendo con las festividades solemnes de la tradición judía, el Instituto Yad Vasehm acaba de reconstruir un texto de oraciones surgido en en el Holocausto y en circunstancias muy especiales.
La historia es la siguiente: Nafatalí Stern nació en Satmarch, Hungría, y con la invasión nazi fue expulsado del pueblito en que residía y trasladado a Auschwitz. Su esposa y sus cuatro pequeños hijos perecieron en este campo de exterminio; pero en mérito a su exhuberancia física, los nazis lo envíaron al campo de trabajos forzados en Wolfsberg, sito en Polonia.
Al acercarse las festividades solemnes de la tradición judía, Stern comenzó –en el año 1944– a escribir en su libro las oraciones pertinentes de dichas festividades echando mano a su memoria y recuerdos del hogar. Lo hizo con un pequeño lápiz sobre trozos de papel del embalaje y empaque de bolsas de cemento que fue adquiriendo de otros prisioneros, muchas veces a cambio de la reducida porción de pan diario que le correspondía.
Así y después de no pocos sacrificios , renunciamientos y durante un año, logró elaborar de puño y letra el texto de oraciones de las festividades solemnes denominado majzor en hebreo. Stern sobrevivió el Holocauso, llegó a Israel, recompuso su vida, formó familia pero no renunció a su libro de oraciones. Continuó rezando en él durante las festividades judías durante cuarenta años, hasta que en cierto momento las hojas comenzaron a desmembrarse. En ese momento Stern decidió entregar su libro o majzor al Instituto Yad Vashem, de Jersusalem, que luego de desplegar ingentes esfuerzos logró salvarlo y reconstruirlo. Sus páginas se exhiben actualmente en la exposición virtual y en el sitio de Yad Vashem con motivo de las festividades judías que se están celebrando en estos días.
Fue un testimonio inequívoco de fidelidad a la tradición y fe judías aun en circunstancias tan adversas: pero obviamente su caso de no fue el único ejemplo.
Hubo muchos otros casos en que los judíos procuraron desplegar su quehacer cultural y espiritual en numerosos espacios tanto en los guetos como en los campos de exterminio y trabajos forzados.
Fue un testimonio inequívoco de fidelidad a la tradición y fe judías aun en circunstancias tan adversas
Recuerdo una visita que hice con un grupo a Lituania en el año 2006. Cuando visitamos el lugar en el cual se había erigido el Gueto en la ciudad de Vilna, el guía nos exhibió una pancarta en idioma ídish que decía: Fiesta en el Gueto, la biblioteca alcanzó el número de 100.000 ejemplares. Quedamos atónitos, imposible de creer, aun admitiendo y reconociendo que Lituania fue previo a la Segunda Guerra Mundial una comunidad Judía fuera de serie, en especial por su rico quehacer cultural y espiritual, asi como por múltlipes figuras de gran jerarquía que emergieron de sus filas en múltiples espacios.
El de Nafatalí Stern, así como la vida cultural en el Gueto de Vilna, y tantos otros ejemplos configuraron un heroísmo que no afloró empuñando las armas sino básicamente en la afirmación de continuar creyendo –pese a todo– en la continuidad judía y en la condición humana.