"Cualquier escalada en el conflicto conduce a cancelaciones, y al no cobrar una tarifa por cancelación, absorbemos el daño y esperamos recibir una compensación del gobierno, pero nunca llega", señala Shaul Efrat, propietario de una granja de eco-hospitalidad en el Moshav Sde Zvi.
Efrat heredó la granja de su padre hace unos seis años, y desde entonces él y su pareja, Rotem, la han cultivado. Para este propósito, se mudaron al sur e incluso criaron a sus hijas allí (niñas de 6 y 4 años). "Este lugar es el cielo, hay espacio abierto, naturaleza y un ambiente tranquilo, y todo eso también nos hace quedarnos", remarcó.
Sin embargo, la escalada que ha tenido el conflicto en los últimos días, y los cohetes interminables que llegan desde la Franja de Gaza, han llevado a la pareja a una sensación de desesperación y a comenzar a evaluar la idea de renunciar a vivir en ese sitio: "Ayer fue un momento de crisis en el que pensé en darme por vencido".
"Antes de que comenzara la última ronda de combates, hice un gran esfuerzo para tener el lugar lleno el próximo fin de semana, y finalmente lo logré. Pero luego comenzó este desastre, y todas las reservas fueron canceladas", indicó Efrat, quien agregó que "la asociación de turismo ha estado tratando de ayudar mucho, pero en la práctica nunca recibimos la compensación en cuestión".
Asimismo, el propietario de la granja señaló que el Estado lo obliga a construir salas de seguridad para los huéspedes, "pero no ayudan financieramente, y de hecho, me asfixian desde el punto de vista burocrático y económico".
Volver a la normalidad después de los períodos de conflicto tampoco es fácil: "En general depende de cuán violenta fue la ronda de combate y cuántos días dure", destacó.
Uri Alon, es guía profesional y propietario de la granja "Salad Trail" en el Moshav Talmei Yosef, y ya lleva viviendo esta dura realidad durante una década: "En cada operación sufrimos la ausencia de visitas, luego la situación se relaja durante dos o tres años, y luego regresa". Sin embargo, en la actualidad, "las rondas se han vuelto más violentas y han paralizado por completo el área".
"Trabajamos con reservas, y nos preparamos con seis meses de anticipación de acuerdo con la cantidad de visitantes que se espera que lleguen. Si luego hay cancelaciones, absorbemos las pérdidas y no recibimos compensación", remarcó Alon, y agregó: "Cancelo y absorbo la pérdida, porque entiendo que la gente tiene miedo".
Según Livnat Ginzburg, directora de turismo del Neguev: "La industria del turismo es la primera en ser afectada por la situación de seguridad, y la última en recuperarse. En una situación de tensión, los sitios turísticos están paralizados, todas las actividades se cancelan y desafortunadamente, toma tiempo antes de que comiencen las reservas y el público vuelva a visitar el área".
Ginzburg añadió que "debe tenerse en cuenta que se trata de individuos con pequeñas empresas, que no tienen respaldo financiero, y que a menudo la situación les causa tanto daño que puede hacer que el negocio cierre".