“Somos los verdaderos guardianes de la ciudad”, bromeó el sargento Aryeh, de 29 años, un oficial de la Policía de Fronteras en Jerusalem, en referencia al grupo ultraortodoxo Neturei Karta, que en arameo significa “Guardianes de la ciudad”. Durante los días de restricción a la circulación debido a la pandemia de coronavirus, muchos de sus miembros se enfrentaron con la policía que intentaba hacer cumplir las pautas de salud en vecindarios ultraortodoxos.
El sargento primero Aryeh, el rabino y sargento mayor Tomer Tubol (35), la sargenta segunda Tehila Hindi (27) y el rabino y sargento mayor Ofer Tabaka (50), forman parte de la pequeña minoría de policías ultraortodoxos de la Policía de Fronteras de Jerusalem.
“A veces recibimos malos comentarios porque estamos uniformados y con kipá, pero aprendimos a asimilarlo porque creemos en nuestra tarea”, afirmó el mayor Tubol, casado y padre de tres hijos, que se desempeña como médico principal. “Creo que en mi puesto cumplo una misión. Cuido de la Ciudad sagrada y ésa es una forma de santificar el nombre de Dios”.
“Jerusalem es el corazón del pueblo de Israel”, agregó Aryeh. “Todos los judíos en el mundo miran a Jerusalem. Cuando somos fuertes acá, somos fuertes en todo el mundo”, señaló. “Es importante entender que en los sectores ultraortodoxos hay una mayoría silenciosa y una minoría que hace ruido desde Mea Shearim”, el barrio ultraortodoxo del norte de Jerusalem. “Ellos no representan a la verdad y solo se preocupan por sí mismos”.
“Siento un gran orgullo”, remarcó la sargenta segunda Hindi, que nació y se crió en el barrio ultra ortodoxo de Geula, en Jerusalem. “Veo frente a mis ojos a Hadas Malka y a Hadar Cohen, combatientes de la Policía de Fronteras, caídas en un atentado y me pregunto, cómo yo no voy a hacer mi aporte a esta tarea. Ahora es mi turno de contribuir”, destacó la sargenta.
El sargento mayor Tabaka, casado y con un hijo, cumple su tarea junto a un perro policía. “Cuando cerraron las sinagogas, hubo enfrentamientos entre extremistas y agentes de seguridad”, contó. “Un día que yo no estaba de uniforme, sino con la ropa blanca y negra, me acerqué a uno de los policías, le agradecí y le dije: `Sepa que esta gente no nos representa´. El policía me dijo que lo sabía.