Bandera palestina desplegada durante los partidos en el Mundial de Catar.
Bandera palestina desplegada durante los partidos en el Mundial de Catar.
AP
Aficionados saudíes en el Mundial.

“Encontramos sobre todo odio”: reporte de cronistas israelíes en Catar

Los periodistas de Ynet compartieron su experiencia de ser objeto del desdén, el rechazo y las amenazas de los hinchas de fútbol árabes, incluso de aquellos que provienen de países que normalizaron relaciones con Israel.

Raz Shechnik, Oz Mualem - Adaptado por Adrián Olstein |
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Como cronistas nunca pensamos que seríamos el contenido de la historia, y menos en un evento de la importancia de la Copa del Mundo. Pero después de más de una semana en Doha, la capital de Catar, no podemos evitar compartir con nuestros lectores nuestras experiencias aquí.
Nos sentimos odiados, rodeados de hostilidad y rechazados. Un simpático catarí que nos preguntó si éramos de Israel dijo que le hubiera gustado recibirnos pero que, en los hechos, no éramos bienvenidos.
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Aficionados saudíes en el Mundial.
Aficionados saudíes en el Mundial.
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(Oz Moalem)
"Váyanse, y cuanto antes, mejor", dijo sin dudarlo. Y esto de alguien que representa al país anfitrión, no un turista al azar del Líbano o de cualquier otro país.
No nos malinterpreten, cubrir este evento deportivo, superado solo por los Juegos Olímpicos, es toda una experiencia. Tenemos la suerte de estar aquí para cubrir el deporte que amamos.
Es un sueño hecho realidad, y sí, es un trabajo duro, pero lo habríamos hecho incluso si hubiera significado dormir en las aceras abrazado a un hincha mexicano para mantener el calor corporal, si la ley de Catar lo hubiera permitido.
Pero la palabra para definir esta experiencia no es definitivamente “divertida”. Lejos de eso.
Cada vez que informamos, nos siguen en todo momento palestinos, iraníes, cataríes, marroquíes, jordanos, sirios, egipcios y libaneses, todos con miradas llenas de odio.
Extrañamente, los fanáticos de Arabia Saudita se comportaron diferente y nos recibieron con una sonrisa.
Al principio, explicamos que venimos en son de paz. Nos identificamos como israelíes. Pero al acercarnos, solo terminamos enredados en discusiones con los árabes que terminaron en insultos en un idioma que entendemos poco.
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Reporteros de Ynet en Catar.
Reporteros de Ynet en Catar.
Reporteros de Ynet en Catar.
(Oz Moalem)
Después de un tiempo, decidimos decir que éramos ecuatorianos cuando alguien nos preguntaba de dónde éramos.
Eso nos permitió pasar una semana cubriendo a un grupo de mujeres iraníes después de que nos aseguraran que, como israelíes, no tendríamos la oportunidad de hacerlo.
Descubrimos que, al igual que los israelíes, los musulmanes son fanáticos de la selección nacional de Brasil. Después de un partido, nos acercamos a los brasileños que estaban celebrando para tomar algunas fotos. Pero en cada intento, aparecían banderas palestinas en nuestros marcos y recibíamos cataratas de insultos.
Cuando las mujeres iraníes se dieron cuenta de que éramos israelíes, insistimos en nuestro origen ecuatoriano para evitar lo que se hubiera convertido en un incidente violento.
Pero nuestros esfuerzos fueron captados en video y se volvieron virales en las redes sociales árabes como una forma de mostrar cuán cobardes son los periodistas israelíes. Desafortunadamente, la derecha israelí también compartió los videos, también para demostrar nuestra "cobardía".
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Bandera palestina desplegada durante los partidos en el Mundial de Catar.
Bandera palestina desplegada durante los partidos en el Mundial de Catar.
Bandera palestina desplegada durante los partidos en el Mundial de Catar.
(AP)
A pesar de creer, como liberales de mente abierta que somos, que el conflicto con el mundo árabe es entre los gobiernos y no entre las personas, Catar nos ha enseñado que el odio existe ante todo en la mente del hombre de la calle.
Realmente les gustaría vernos borrados de la faz de la tierra, y cualquier noción de Israel evoca su total repugnancia.
Desde Catar, las disputas en Israel parecen una tontería. Si no encontramos la manera de unirnos, si seguimos luchando entre nosotros, no podremos resistir el odio que se dirige hacia nosotros.
Tenemos muchas ganas de volver a nuestro querido país.
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