“Tengo que pararme y disculparme ante una mujer en los momentos más íntimos y difíciles, y explicarle por qué ve hombres en el pasillo con un catéter. Esto no es normal. Nunca pensamos que enfrentaríamos algo así”. El profesor Asher Bashiri, director del Departamento de Maternidad C del Hospital Soroka en Be'er Sheva, expresó el clamor de pacientes afectados por la inacción del gobierno en la rehabilitación del hospital, 131 días después del impacto del misil iraní.
Mientras el hospital sigue clamando por presupuestos para su recuperación, una nueva sesión en la Comisión de Finanzas de la Knéset, impulsada por la diputada Yasmin Friedman (Yesh Atid), expuso la grave situación del único centro médico de alta complejidad al sur de Sheba, que atiende a más de un millón de habitantes del Néguev.
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Daños en el hospital israelí que fue alcanzado por un misil lanzado por Irán.
(Meir Even Haim)
“Es absurdo que el departamento de urología masculina, con pacientes con catéteres, en ciertas condiciones e infecciones, esté ubicado junto a mujeres que acaban de dar a luz, cuando lo último que necesitan es una fuente de infección cerca”, describió en la sesión la doctora Yarden Zohar, residente del departamento de urología, trasladada desde el edificio quirúrgico norte —dañado directamente— al área de maternidad tras el impacto del misil.
Zohar describió “condiciones imposibles, en habitaciones estrechas sin ventanas ni ventilación. Esto pone en riesgo la vida de los pacientes y la calidad de la atención que les brindamos”.
Además, los pacientes comparten espacio con el departamento de oftalmología. “Asignar quirófanos es imposible. Es una ruleta rusa. Hay que priorizar entre pacientes graves y más graves. Pacientes oncológicos que ya esperaron tres meses ahora esperan casi medio año. Los no oncológicos esperan entre 9 y 12 meses, como si no existieran en el sistema”, agregó.
Según estimaciones del hospital, se necesitan unos 1.300 millones de shekels para rehabilitar y modernizar el centro médico. Actualmente faltan más de 300 camas de internación. Ocho quirófanos destruidos siguen inactivos, al igual que los laboratorios de investigación de Soroka y la Universidad Ben-Gurión, arrasados por completo.
Las condiciones ya difíciles para los residentes se han vuelto insoportables. “El misil nos sacó el suelo bajo los pies, literalmente”, relató Zohar. Tras el daño, los residentes deben encontrar lugares donde permanecer durante turnos de 26 horas. “A veces ponemos un colchón en el suelo. Si logramos hacerlo, dormimos en una habitación sin baño ni lavabo. Compartimos los baños con los pacientes, lo que nos expone a infecciones”, aseveró.
También contó: “No tenemos comedor. Hay uno que entrega bandejas calientes, pero no siempre alcanzamos a hacer la fila frenética para recibir una. Hubo un largo período en el que ni siquiera se podía comprar comida dentro del hospital”.
Los pacientes están ubicados a unos 15 minutos a pie de las áreas donde se realiza la mayor parte de la actividad —urgencias y quirófanos—. “Durante los turnos caminamos entre 20 y 30 kilómetros, y después de 26 horas, el dolor en las piernas es indescriptible”, relataron.
“Los pacientes esperarán años por una cirugía”
El profesor Zvi Howard Perry, cirujano senior en Soroka y especialista en cirugía bariátrica, explicó: “Mi especialidad es electiva, no salva vidas. Nadie morirá hoy por tener diez kilos de más, pero sí puede morir de un infarto en un año, sufrir un ACV en dos o quedar discapacitado de por vida. Y eso no se contabiliza. Mis pacientes, que ya esperaban meses, ahora esperan años por cirugías electivas. Nuestros residentes, que eran los mejores, se están quebrando, nos han dejado y siguen yéndose los mejores especialistas”.
Se dirigió al presidente de la comisión, el diputado Hanoch Milvitzky (Likud): “Estamos al límite, y te pedimos ayuda, no hay otra palabra. Todo está claro, el dinero existe y todos lo quieren. Tú y tus colegas tienen el poder de cambiar la burocracia”.
El doctor Tzahi Slotzky, subdirector de Soroka y experto en medicina de urgencias, dijo en la sesión que el Departamento de Bienes Nacionales ha transferido hasta ahora 65 millones de shekels. Señaló una brecha de decenas o incluso cientos de millones respecto al costo del equipo destruido.
“El Departamento habla de equipos comprados hace diez años. No hay forma de que ese valor refleje el costo actual. Si dependemos de ellos, no hay chance de volver siquiera al punto en que estábamos. No puedo esperar, estoy comprando el equipo. No hay grúas en el hospital. Una sola grúa está reparando algo que se había planificado antes, y es la única que ven los empleados. Eso es perjudicial para el hospital y para el ánimo.”
Describió el día del impacto y cómo el hospital volvió a funcionar en pocas horas. “El 19 de junio, ocho horas después, informamos al Ministerio de Salud que estábamos operativos”, dijo. “A las 16:00 abrimos el hospital sin ascensores, sin equipo, con personal quebrado, porque sabíamos que había soldados en camino, un abuelo con un infarto o un herido de accidente en el Aravá. Teníamos fe, y aún creemos que ustedes entienden que el centro estratégico más importante para los habitantes del Néguev es Soroka. No hay otro más importante”.
Según él, el hospital y su propietario —la organización de salud Clalit— están trabajando en la rehabilitación, y ya comenzaron la construcción de dos pisos superiores sobre el edificio quirúrgico sur para albergar departamentos dañados, incluso sin haber recibido los fondos necesarios, estimados en 200 millones de shekels. “Urología y Oftalmología no pueden esperar, estamos avanzando solos con la construcción”, dijo.
Desde el hospital explican que, además de soluciones inmediatas y a mediano plazo, es necesario prepararse para futuros eventos de seguridad y construir un nuevo edificio protegido, llamado “Edificio de la Resiliencia”.
“El edificio que se construirá no es un lujo. Soroka es uno de los centros médicos de alta complejidad menos protegidos, con apenas un 21%-22% de protección. Desde 2014 se está solicitando esto”, dijo el doctor Slotzky.
“¿Por qué el ministro de Finanzas no está aquí?”
La diputada Orit Farkash-Hacohen (Kajol Laban) criticó el manejo del asunto: “¿Por qué el ministro de Finanzas no está aquí? ¿Por qué el primer ministro no se asegura de que esto ocurra? ¿Por qué no promueve debates sobre la situación de Soroka? ¿Por qué el dinero no ha sido transferido? ¿Por qué no hay ejecución real? ¿Por qué se habla sólo de política y no de lo que realmente importa para Israel?”
Como era de esperar, y al igual que en sesiones anteriores, el Ministerio de Finanzas repitió eslóganes sobre la importancia de rehabilitar el hospital, sin respuestas concretas. Yael Fayles, del Departamento de Presupuesto, dijo que el ministerio está evaluando profesionalmente la construcción del nuevo edificio junto con el Ministerio de Salud, y que pronto se alcanzarán acuerdos.
“Entendemos la importancia y estamos dispuestos a ofrecer soluciones, pero queremos que sean las más profesionales y adecuadas”, afirmó.
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Ante la rotura de los vidrios de las ventanas, los pacientes fueron trasladados a las habitaciones que no habían sido dañadas.
(Meir Even Haim)
Desde el Departamento de Bienes Nacionales reiteraron que aún faltan documentos del hospital sobre la evaluación del equipo, y que no reconocen las cifras mencionadas por el doctor Slotzky. Es decir, incluso después de tantos meses, no hay una estimación definitiva del costo del equipo. Esto sin contar que, por ley, el Departamento solo devuelve el lugar a su estado anterior. Slotzky afirmó que ya en agosto enviaron un desglose completo del equipo.
Respecto del edificio quirúrgico norte, que fue impactado directamente, Orel Lagziel, representante del Departamento de Bienes Nacionales, explicó que hubo una propuesta de demolerlo por completo, pero según su informe técnico sólo se requiere una demolición parcial, con un costo de 145 millones de shekels.
¿Y de dónde saldrán los fondos restantes? El gobierno espera que el hospital logre recaudar donaciones de benefactores para cubrir al menos parte del monto.
Hubo una propuesta de demolerlo por completo, pero según su informe técnico sólo se requiere una demolición parcial, con un costo de 145 millones de shekels.
El profesor Bashiri comentó al respecto ante los diputados: “Es importante que sepamos que los problemas se agravan y no se puede ignorarlos. Hace tres meses contacté a una amiga en Nueva York que movilizó a su centro comunitario, y donaron 36 mil dólares para Soroka. ¿Ese es mi rol? Lo hago con gusto, pero nuestro tema no son las donaciones, es un presupuesto aprobado que debe ser transferido”.
El presidente de la comisión, Hanoch Milvitzky, señaló que parece haber una falla de comunicación entre las partes, y pidió al Departamento de Bienes Nacionales y al Ministerio de Finanzas que envíen una respuesta escrita sobre todas las medidas tomadas respecto al hospital antes del 10 de noviembre.
El Ministerio de Finanzas respondió que está "en contacto constante con la administración del Hospital Soroka y con todos los organismos profesionales relevantes con respecto a la rehabilitación y el desarrollo del hospital. El Ministerio considera que es muy importante garantizar la continuidad y la mejora de los servicios médicos en el sur, y está trabajando para dar una respuesta adecuada al hospital. El problema se está tratando y se esperan avances en un futuro cercano".









