Para llegar a Khirbet Al-Majaz hay que adentrarse por un camino polvoriento hasta llegar a una colina rocosa, donde vive un grupo de beduinos, una de las tantas comunidades nómades establecidas en Israel y Medio Oriente.
En el lugar, no hay un campamento militar por el momento, sino rebaños de cabras que intentan encontrar algo para pastar. Pero este grupo de beduinos palestinos siente la amenaza de la expulsión por el ejercito israelí, que considera a este rincón del desierto una zona de entrenamiento.
Fue en la década de 1980 cuando los militares declararon que 3.000 hectáreas ubicadas en el desierto de Judea, en el extremo sur de Cisjordania, se convertirían en la "zona de tiro 918" para sus soldados, argumentando que el área no estaba habitada.
Los habitantes, alrededor de mil beduinos repartidos en 12 aldeas aisladas que se han ido estableciendo gradualmente, dicen que estuvieron allí desde el siglo XIX, mucho antes de que Israel tomara posesión de Cisjordania a partir de 1967.
Expulsados por primera vez de la zona en 1999, se les permitió regresar allí a la espera de una decisión de la Corte Suprema. Y después de años de procedimientos legales, el tribunal debe tomar una decisión antes del próximo verano boreal. ¿Pero qué hacer? ¿Mover la zona de tiro? ¿Evacuar a los palestinos? ¿Permitir que los residentes se queden unas semanas al año y el ejército el resto del tiempo?
En sus refugios frágilmente construidos, los beduinos "viven con el miedo constante de ser desplazados", dice Nidal Younes, responsable del consejo de Massafer Yatta que agrupa las 12 aldeas. Desde la última audiencia en agosto, "el ejército ha venido con más frecuencia, amenazando con confiscar refugios y evacuar a los residentes", dijo. Si bien pueden quedarse hasta el veredicto, los habitantes, que viven principalmente del ganado, no tienen derecho de construir.
En una colina frente al pueblo, cuatro estructuras de chapa ondulada sirven como escuela. Una placa indica que fue financiada por la Unión Europea. "Como el resto de la comunidad, la escuela de Khirbet Al-Majaz se enfrenta a serias dificultades", explica su director, Jad Nawajah. Según él, Israel "impide la construcción de redes eléctricas y de agua y el mantenimiento de la carretera", que conduce a la escuela.
"Continuaremos ayudando a esta comunidad, por responsabilidad moral e imperativo humanitario", aseguró recientemente Sven Kühn Von Burgsdorff, representante de la UE en Jerusalem, durante una visita de diplomáticos.
Consultado por AFP, el ejército indicó que "la zona de tiro del 918" constituía una "importante zona de entrenamiento". Mientras la Corte Suprema no se pronuncie, los ejercicios con munición real están prohibidos, pero el ejército organiza allí otros entrenamientos.
"A lo largo de los años, (...) los residentes palestinos comenzaron a construir ilegalmente en esta área, lo que redujo significativamente la capacidad de las FDI para proporcionar entrenamiento en el área", dijo el ejército israelí a la AFP.
Según la organización israelí Kerem Navot, una investigación sobre la incautación de tierras en Cisjordania reveló que el 18% de este territorio ha sido clasificado como "zonas de tiro" y de ese porcentaje, solo el 20% se utiliza realmente para ejercicios militares. "Declarar esta zona como zona de tiro fue una excusa para librar el territorio de palestinos", dijo Hagai El-Ad, de la organización israelí B'Tselem.