La temperatura media en Israel aumentará en 1,2 grados centígrados desde ahora hasta finales del año 2050, y las lluvias se reducirán como mínimo en un 15-25% hasta el fin de siglo. Al mismo tiempo, el agua del mar Mediterráneo subirá en forma gradual. También aumentará la frecuencia del número de días y noches calurosas al año, y disminuirá el de días y noches fríos. Estos son los peligros que el Ministerio de Medio Ambiente considera que afrontará Israel en las próximas décadas. Todo forma parte del cambio climático que afecta a todo el planeta Tierra.
Estos datos se presentan hoy, miércoles, en la Cumbre del Clima que tiene lugar en Madrid, en la que se espera que los participantes se pongan de acuerdo en medidas operativas que contribuyan a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y el calentamiento global.
1 צפייה בגלריה
El cambio climático es la causa más importante del brote de enfermedades.
(Shutterstock)
Ministro de Energía en lugar del titular de Medio Ambiente
Quien representa a Israel en la Cumbre del Clima es el ministro de Energía, Yuval Steinitz, y con él viajaron representantes del Ministerio de Medio Ambiente, así como otros funcionarios gubernamentales y de su propio ministerio. En respuesta a una pregunta acerca de por qué no viajó a Madrid el ministro de Medio Ambiente, Zeev Elkin, fuentes del gobierno dieron argumentos políticos y técnicos. El argumento político tiene que ver con el hecho de que Elkin es miembro del equipo que negocia una eventual coalición para formar un nuevo gobierno, y así evitar una tercera ronda de elecciones en alrededor de un año.
Las fuentes alegaron, además, que entre los ministerios cooperan intensamente, y hay acuerdo entre ambos sobre el futuro cierre de las centrales eléctricas que funcionan en base a carbón, previsto para el año 2025. También coinciden en la necesidad de incrementar el uso de gas natural, de alentar la producción de energías renovables e innovadoras, y de congelar la venta de coches que funcionan con gasolina y diesel desde el 2030 en adelante. En ese sentido, añadieron las fuentes, Steinitz y Elkin comparten sus puntos de vista.
“Más caluroso, más seco, más extremo y más elevado”
En el Ministerio de Medio Ambiente afirman que “después de que el gobierno aprobara la Resolución 4079 en el 2018, por iniciativa del Ministerio de Medio Ambiente, se creó un Ente de Adaptación al Cambio Climático del que forman parte treinta y cinco organismos. El ente está encargado de preparar una estrategia nacional de adaptación, que incluye programas de todos los ministerios israelíes en ese sentido”. El objetivo es garantizar que el Estado de Israel esté muy preparado para afrontar los impactos del cambio climático.
En lo que respecta a la adaptación de Israel al cambio climático, el Ministerio de Medio Ambiente apunta a una serie de tendencias con el nombre de “más caluroso, más seco, más extremo y más elevado”. Esto se refiere a los peligros del calentamiento, de que se sequen las fuentes de agua y de que haya un clima más extremo.
“Las investigaciones muestran que la diferencia entre la temperatura al aire libre y la del centro de las ciudades puede llegar a 9 grados centígrados. El cambio climático es la causa más importante del brote de enfermedades, lo que con el tiempo tendrá un impacto negativo en la productividad real en diferentes países y sectores económicos, tanto por parte de los trabajadores como de los empleadores. Se calcula que la crisis climática va a retraer la economía mundial de aquí al fin del siglo, entre ellas la de Israel”, dijeron fuentes del Ministerio de Medio Ambiente.
Por ello, afirman en el ministerio, el compromiso de Israel de adaptarse al cambio climático figura en diversos documentos, entre ellos el Acuerdo de París (sobre la reducción de emisiones y la de limitar el aumento de la temperatura media mundial hasta un máximo de 2 grados centígrados por encima de la temperatura previa a la era industrial). Y también al compromiso de un desarrollo sostenible (ODS: objetivos de desarrollo sostenible) tanto en las políticas para erradicar la pobreza como en las áreas de salud y ecología, en las llamadas políticas de género o para reducir la desigualdad, además de la aplicación de la Convención de Barcelona para proteger y preservar el medio ambiente mediterráneo y de las zonas costeras.
