Las congestiones de tránsito en las carreteras de Israel le recordaron a los ciudadanos una parte de la rutina que nadie extrañó. El buen clima, las vacaciones y la ausencia de los vuelos al extranjero explican en parte por qué el tráfico vehicular fue inusual, pero es apenas una muestra de una crisis más profunda del transporte israelí, que según especialistas solamente tiende a agravarse.
¿Por qué los atascos en carretera forman parte de la vida diaria de los israelíes? ¿Por qué este problema en Israel es comparable a la situación en países del tercer mundo? ¿Y cómo se puede abordar el problema, si es que existe una solución?
Después de la semana de Pésaj se registraron los días de mayor tráfico de autos de la historia del país. Según la aplicación de geolocalización Waze en las ciudades más grandes de Israel salieron a la calle más automóviles que antes de la crisis del coronavirus. En cuanto al estacionamiento, durante los días laborables la demanda aumentó significativamente respecto a 2019, en proporciones que superan el 20% en algunas localidades. En resumen, el tráfico vehicular volvió a la normalidad y un poco peor.
En 2012 el Ministerio de Transporte estimó que, debido a las congestiones, para el año 2030 los israelíes en promedio pasarán arriba de sus automóviles una hora más por día. Yoram Shiftan y Nir Shrev, investigadores del instituto Technion, indagaron las causas del problema y publicaron un informe en julio del año pasado. Allí revelan que “el uso de automóviles particulares en Israel aumentó significativamente en las últimas décadas debido al crecimiento demográfico y la falta de infraestructura para un transporte público de calidad”.
La investigación señaló que en 2017 se realizaron alrededor de 10 millones de viajes por las calles del área central del país, cercana a Tel Aviv, y que la gran mayoría se había realizado en automóviles particulares. Solamente un 10% se hizo en transporte público, en comparación con un rango del 30 al 40% que se registra en Europa.
El índice internacional TomTom que mide las congestiones de tráfico de más de 400 ciudades del mundo revela que Tel Aviv se ubica en el puesto 21 con mayor niveles de atasco en las carreteras. El ránking se establece comparando los niveles de tráfico de los horarios pico, en contraste con los momentos del día con menor congestión. La mayoría de las ciudades en situaciones más graves que las de Tel Aviv “tienen sistemas de transporte público subdesarrollado, como Bogotá y Lima”.
De esta manera, un viaje que fuera de los horarios con pico de tráfico dura media hora, en los horarios pico de las carreteras cercanas a Tel Aviv demora unos 58 minutos. Casi el doble. Y a diferencia de lo que ocurría en el pasado, la congestión ya no se siente solamente en los horarios tradicionales de mañana y tarde, sino invariablemente durante gran parte del día.
“El extenso desarrollo de la red de carreteras no tuvo éxito, no puede seguir el ritmo del crecimiento de la población y de la densidad de automóviles particulares”, señala el informe del Technion. En otras palabras: a pesar de la enorme inversión para pavimentar carreteras, los atascos de tráfico solamente empeoraron. Y se espera que sigan empeorando: “Mientras el sistema de transporte se base en los vehículos particulares, la congestión será cada vez peor”, señalan los investigadores.
El estudio de Shiftan y Shrev señala que el Estado de Israel tiene una de las tasas de crecimiento demográfico más altas del mundo desarrollado, diez veces superior al promedio de los países de la OCDE. “A mediados del siglo va a ser uno de los países más densos del mundo”, estiman los expertos sobre una tendencia que podría agravar el problema de movilidad.
Por eso las razones de las congestiones de tráfico son muchas. La tasa de crecimiento de la población, el aumento anual de la cantidad de vehículos que circulan por el país, el sistema de transporte público que no ofrece alternativas y una cultura de la sociedad que percibe al vehículo particular como un producto básico, y no una herramienta de lujo como ocurría en el pasado.
Los expertos atribuyen este problema a la planificación de las ciudades, que fueron diseñadas al servicio del vehículo particular. La dispersión de la población en pequeñas localidades, barrios alejados de la ciudad o colinas remotas; provocaron una descentralización que exige viajes largos en automóviles particulares para asistir a trabajar o estudiar, en lugar de viajes cortos a pié o en bicicleta.
En los últimos años, desde la gestión del ministro Israel Katz desde 2009 en adelante, el Ministerio de Transporte lideró una revolución de infraestructura: se ampliaron carreteras de norte a sur, y se agregaron carriles en muchas autopistas del país. Pero la congestión solamente empeoró. Y a medida que esto ocurría en Israel se continuaron expandiendo más y más caminos. Este círculo vicioso no es un invento israelí: en las décadas de 1960 y 1970 se creía que esa era la fórmula para solucionar el problema de los atascos.
La autopista Ayalon, de casi 30 kilómetros de extensión y que cruza las inmediaciones de Tel Aviv, es un ejemplo que refleja esta fórmula fallida: desde la década del 90 hasta la actualidad se ensanchó de 2 carriles a 4, y hasta 5 en determinados lugares. Actualmente se están realizando obras para agregar otro carril, exclusivo para transporte público. A pesar de que se convirtió en una carretera en constante expansión, sigue siendo la vía más transitada del país y alberga a cientos de miles de vehículos cada día. Ninguna de las obras permitieron a los israelíes estar menos tiempo atascados en el tráfico.
El planificador urbano Omer Raz explica que este fenómeno se llama “Demanda Inducida” y provoca que en un promedio de 3 o 5 años después de la apertura de un carril nuevo las autopistas vuelven a los mismos niveles de congestión. “A corto plazo, en cuanto se ensancha una autopista, hay un cambio de comportamiento de quienes están acostumbrados a los atascos y consideran que ese camino vale la pena transitarlo. Eso provoca que muchos se suban a sus automóviles”, explica el especialista sobre cómo ese carril se vuelve a llenar en poco tiempo.
Según Raz, un problema adicional es la construcción de nuevas rutas. “Fomenta la creación de asentamientos suburbanos que dependen de la utilización de vehículos particulares”, dice y cita como ejemplo la ruta 6, alejada de los grandes centros urbanos pero que en 20 años ya sufre los mismos problemas debido a las pequeñas localidades que se construyeron a su alrededor. Otra muestra de la trampa de la “Demanda Inducida”.
“Es como ponerse una curita en lugar de encontrar soluciones que aumenten la capacidad de movilizarse, como el transporte público”, ejemplifica Raz. “Un carril con tráfico fluido puede trasladar unos pocos miles de pasajeros, la misma cantidad que se puede subir a un tren”, agrega.
Yoav Lerman, planificador urbano de la empresa Planet, critica la actual ampliación de la Carretera 2. “Solamente aumentarán los atascos porque fomenta la expansión suburbana de Tel Aviv hacia el norte. Una vez que se inauguren esas obras se construirán más departamentos, para más personas que tendrán sus vehículos, y que volverán a bloquear el camino nuevo”, afirma, en el mismo sentido que Raz.
En el Ministerio de Transporte afirman que no hay espacios para más carreteras y promueven el transporte público para solucionar los problemas de tránsito. De hecho, existen proyectos para los próximos años para aumentar la cantidad de vías de tren ligero y la pavimentación de rutas exclusivas para el transporte público. “El objetivo es llegar al 40% del uso de transporte público para el año 2040”, respondió el Ministerio ante la consulta de Ynet.
Pero los especialistas sostienen que, a pesar de estos planes auspiciosos, la lección no está del todo aprendida, ya que si paralelamente las carreteras se siguen ampliando el fenómeno de la demanda inducida se seguirá expandiendo. Así, los pasajeros evitarán esos nuevos servicios de transporte público y se continuará empujando a los israelíes hacia los vehículos particulares.