Desde su rol de exintegrante de la Unidad Especial de Investigación del atentado a la AMIA, el abogado Raúl Woscoff conoció a la impunidad en primera persona. Y este año, algo más alejado de la causa judicial pero con sus inquietudes intactas, decidió contar sus certezas e interrogantes a través de una novela.
"Tikvá", en hebreo esperanza, es el título del libro y el nombre de la protagonista, una periodista israelí que viaja a Argentina para investigar asuntos relacionados a la última dictadura militar (1976-1983), pero que a lo largo de la trama termina construyendo un puente que liga esa historia al ataque terrorista a la mutual judía de Buenos Aires que provocó la muerte de 85 personas.
"Esta novela es mi respuesta a los padecimientos físicos y espirituales que me ocasionó verme cara a cara con la impunidad, con esas zonas cloacales que van por debajo de lo institucional", asegura Woscoff, quien ingresó a la Unidad Especial de Investigación por pedido del senador radical Mario Cimadevilla.
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Woscoff: "Esta novela es mi respuesta a los padecimientos físicos y espirituales que me ocasionó verme cara a cara con la impunidad"
(LU2)
Permaneció allí hasta la disolución de la unidad en 2018, cuando su función fue derivada a un programa gubernamental dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos del actual gobierno argentino. Meses después se convirtió en el libro de la editorial Séverled que recientemente fue presentado en la sede central de la Bnai Brith Argentina.
-¿En qué momento se empieza a tejer esa conexión entre la dictadura militar y el atentado a la AMIA de 1994?
-En 1990 los decretos de indulto de Menem liberaron a 1200 personas aproximadamente, que incluían a genocidas de la dictadura, líderes de organizaciones guerrilleras y alzados en los levantamientos carapintadas de finales de la década del 80. Todo esto ocurrió dos años antes del atentado a la Embajada de Israel y cuatro antes del ataque a la AMIA. En ese terreno escarba el personaje de "Tikvá".
-Se trata de personajes fundamentalmente argentinos. ¿El foco está puesto en la conexión local y el encubrimiento del atentado? ¿Ese es un nudo importante de la causa AMIA?
-Creo que se le presta poca atención a la cuestión de la conexión local. Algunos dicen que no existió, otros dicen que hubo colaboración y otros que fueron una parte esencial del atentado. No hay certezas judiciales ni juicio pleno, ni siquiera instancia oral. Eso provoca una gran desorientación. Y cuando alguna de las posibilidades es obturada o desestimada, razonablemente uno imagina que hay algún interés detrás de ello.
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La novela Tikvá fue presentada en la sede central de Bnai Brith Argentina
(Editorial Severled)
-¿Cuánto se puede avanzar en un terreno minado de este tipo de sombras? ¿Cómo lo enfrentaban desde la Unidad Especial de Investigación?
-Si algo caracterizó a la unidad de investigación fue la transversalidad que no dejó de considerar aportes en todos los sentidos, inclusive en aquellos datos supuestamente contradictorios, como son los casos de las pistas iraníes y sirias. No había ninguna necesidad lógica de desatender ningún aspecto que pudiera permitir avances en la investigación. Y trabajamos sobre el juicio en ausencia no como método para condenar a alguien anticipadamente, sino para cumplir con un principio fundamental de la búsqueda de la verdad. Eso solamente se puede desentrañar en un juicio oral.
-¿Por qué el título "Tikvá"? ¿El optimismo es tuyo o del personaje?
-Es de los dos. Admito que tengo una tendencia al optimismo y la posibilidad de resolver conflictos. A pesar del tiempo transcurrido, anhelamos casi desde lo sentimental la posibilidad de hacer justicia, y por eso el vínculo con la esperanza, que es una sensación y una necesidad de todos.
