Sobre la peatonal Florida, a metros de la Plaza de Mayo, un hombre de sombrero negro está parado en la puerta de una cabaña, y repite la expresiòn “jag sameaj” a cada persona que camina por el lugar. Es miércoles recién pasado el mediodía. La mayoría están apurados, posiblemente volviendo a sus trabajos después de almorzar, aunque el amenazante cielo gris también puede justificar la velocidad en sus pasos.
“Jag sameaj” es una expresión que en hebreo significa “felices fiestas”, aunque detrás de esa traducción literal, hay un sentido mucho más profundo, una conexión con la propia identidad.
No se trata solo de un buen deseo para quienes la escuchan al pasar, sino que también es una forma de acerca a aquellos judìos que casualmente caminaban por el lugar, y oyeron unas palabras que sintieron cercanas, “la persona se da vuelta y mira”, contó el rabino Yoel Migdal, y agregó que “así creemos que el alma se enciende, ve la sucá, y de alguna forma quizás descubre su identidad judía”.
Esta misma escena se repite en diversos puntos de la ciudad, en los que es posible encontrar una de estas cabañas, a las que se las denomina sucá. Las mismas aparecen en la ciudad una vez al año, durante una semana entera en la que se celebra la festividad de Sucot, la fiesta de las cabañas.
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Federico Cyrulnik junto a Yoel Migdal haciendo la bendición de las cuatro especies
(Jabad)
“La Torá nos ordena que durante siete u ocho días (en Israel la celebración lleva un día menos), tenemos que habitar en cabañas, entonces las construimos en nuestras casas y comunidades, pero también en la ciudad”, explicó Migdal.
El rabino pertenece a Jabad, un movimiento judío jasídico que “tiene como principio llevar el judaísmo con orgullo a la calle, no limitarlo a la sinagoga o la comunidad, sino que salimos a la calle a difundirlo”, indicó el rabino, quien dirige el Instituto Superior de Estudios Judaicos para jóvenes.
Migdal expresó que la invasión de cabañas en la ciudad durante Sucot, pretende “dar un servicio a la gente judía”, para que puedan acercarse a dos o tres cuadras de su trabajo o universidad, “y se encuentren en un oasis en la mitad de la city, en la peatonal Florida, que es la calle más transitada de Buenos Aires”, donde pueden cumplir con los preceptos de la festividad: “Todo lo que uno hace en la casa, lo hace también dentro de la sucá, como comer, trabajar, estudiar y dormir”.
“El concepto de Sucot radica en que, durante una semana, salimos de la comodidad de nuestro hogar, y pasamos a la precariedad de la sucá, que son cuatro paredes débiles, con un techo de ramas”, explicó el rabino, y agregó que “lo que la Torá nos quiere enseñar es que por más seguro que te sientas en este mundo, en tu casa o tu trabajo, tenés que saber que todo es muy frágil, y la sucá representa esa fragilidad, esa precariedad de que la vida está pendiendo de un hilo”.
Además, bajo la sucá también se cumple con el precepto de los arbaat haminim (las cuatro especies): «y tomareis en el primer día la fruta del árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos y sauces de río, y os alegraréis ante Dios por siete días» (Levítico 23). Las cuatro especies se juntan con las manos, y se recita la bendición correspondiente.
Migdal relató que también hay personas no judías que se acercan al lugar: “Si les interesa ver, también los invitamos a que pasen y esten adentro un ratito, porque está abierta a toda la comunidad argentina”.
