El alto al fuego que entró en vigencia durante la noche causó confusión e incertidumbre a los residentes de las comunidades israelíes que rodean la Franja de Gaza. Por un lado, no hay alarmas, pero por otro es difícil volver a la rutina cotidiana, que fue interrumpida por el disparo de 100 misiles en menos de 48 horas.
Pese a la tranquilidad durante el día de hoy, las autoridades decidieron cancelar por segundo día consecutivo los estudios en las ciudades de Ashkelon, Netivot, Sderot y los consejos regionales cercanos a la frontera con la Franja. Fue tan sólo durante la tarde de hoy que finalmente se eliminaron todas las restricciones para los ciudadanos, por lo que mañana los niños podrán volver a las escuelas.
Los hijos de Kinneret Adelman, Itai y Yoav tienen seis y cuatro años, y viven en el Moshav Ge'a. Los niños tuvieron otro día libre con su madre en casa, como consecuencia de las acciones de la Yihad Islámica.
Adelman relató en una publicación en Facebook sus sentimientos acerca del difícil regreso a la rutina, y expresó que anoche uno de sus hijos se despertó histérico y pidió dormir en el refugio. "Dirán que todo está como estaba, que todo está bien", indicó Adelman, "pero déjenme decirles lo que está sucediendo en el lado geográfico equivocado del país".
"Mi hijo no hablaba de forma razonable, y repetía palabras sin decir nada, estaba histérico, se pudo quedar dormido sólo cuando me abrazó. Esa noche, luego de practicar qué hacer cuando hay una alarma, se fue a la cama".
Asimismo, Kinneret indicó: "Aunque la gente mañana nos dirá que volvemos a la normalidad, mis hijos aún se asustarán ante cada puerta que golpea, y cada alarma de automóvil, y donde sea que vayan preguntarán una y otra vez si hay sirenas".
La madre, como muchos padres en las comunidades aledañas a Gaza, se cuestiona permanentemente si irse o quedarse en el lugar: "No sé si darles paz [a mis hijos], pero no una casa, o una casa sin paz, esperando que suene la próxima alarma, que puede o no llegar. Sólo quiero que tengan ambas".
Hodia Cohen reside en Ashkelon, y relató la noche tensa que vivió en el refugio: "No fue fácil trasladar toda la casa hacia el refugio, por supuesto que no dormimos bien".
Cohen también señaló que "no es fácil para mí tratar con tres niños, estoy feliz de quedarme con ellos, pero no es fácil". Su esposo trabaja en el ejército, por lo que pasa muchas horas fuera de su hogar: "Hay presión en cada sirena, el bebé llora, la niña tiene miedo, y el niño más grande se aferra a mí".
Gadi Yarkoni, jefe del Consejo Regional de Eshkol, precisó: "Estamos cansados de que nos disparen, esto no puede seguir así, y al final las FDI y el Estado de Israel parecen las malas personas, realmente espero que el próximo gobierno haga otra cosa que aún no se haya hecho, que es un cambio respecto de la situación con Gaza".