El regreso de los últimos 20 rehenes vivos desde Gaza trajo consigo una emoción particular para la comunidad judía argentina: entre los liberados se encuentran Ariel y David Cunio, hermanos nacidos en Argentina, y Eitan Horn, también de origen argentino. Su liberación, tras más de 700 días de cautiverio, representa no sólo un alivio nacional, sino también un reencuentro íntimo que trasciende fronteras.
Ariel y David fueron secuestrados el 7 de octubre de 2023 en el kibutz Nir Oz, epicentro de uno de los ataques más feroces de Hamás. David fue capturado junto a su esposa Sharon y sus dos hijas pequeñas, quienes fueron liberadas en noviembre de ese mismo año. Durante el cautiverio, Sharon recibió una señal de vida de David: un mensaje transmitido por otro rehén liberado, que confirmaba que seguía con vida. Mientras tanto, sus hijas, Emma y Yuli, celebraban su cumpleaños número cuatro soplando las velas con un deseo: que su padre volviera.
Ariel, el hermano menor, fue secuestrado junto a su pareja Arbel Yehud. Ella fue liberada meses atrás, y desde entonces se convirtió en una figura pública en la lucha por el regreso de los rehenes. “No se puede sanar mientras ellos siguen allá”, dijo en una entrevista con Ynet, donde relató cómo cada día desde su liberación era una extensión del 7 de octubre. El reencuentro con Ariel, aunque aún no difundido en imágenes, representa uno de los momentos más esperados por quienes siguieron el drama desde el primer día.
Eitan Horn, también nacido en Argentina, fue secuestrado en el mismo kibutz. Su familia, radicada en Israel desde hace décadas, mantuvo una campaña constante por su liberación. El regreso de Eitan fue recibido con abrazos, lágrimas y una mezcla de alivio y duelo. Porque junto a los que vuelven, están los que no volverán.
Silvia Cunio, madre de Ariel y David, había expresado en entrevistas anteriores su deseo de verlos sanos y salvos. “Quiero que sigan los acuerdos, que me los devuelvan enteros”, dijo en febrero, cuando aún no había noticias concretas. Hoy, ese deseo se cumplió. Pero la herida sigue abierta.
Los tres rehenes fueron trasladados a centros médicos para chequeos físicos y contención emocional. El Estado de Israel desplegó equipos interdisciplinarios para acompañarlos en el proceso de reintegración, que será largo y complejo. Pero también hay una dimensión comunitaria: el país entero se ha volcado en gestos de bienvenida, desde vigilias hasta campañas de apoyo.
La comunidad judía argentina, por su parte, celebró la noticia con emoción. En Buenos Aires, Rosario y otras ciudades se realizaron actos de oración y homenajes. El mensaje fue claro: cada vida cuenta, cada rehén importa, cada historia merece ser contada.
El regreso de Ariel, David y Eitan no cierra el capítulo, pero lo transforma. Es un momento de alivio, sí, pero también de memoria activa. Porque el regreso no es solo físico: es también político, simbólico y profundamente humano.
Israel celebra hoy el regreso de sus hijos. Y Argentina, desde lejos, también los abraza.








