“Este poblado es como Irak en pequeño, si el gobierno no es capaz de protegerlo, ¿cómo puede garantizar la seguridad de Irak en su totalidad?”, se preguntó uno de los participantes en el cortejo fúnebre en el pueblo de Al Bushaban, ubicado a pocos kilómetros del aeropuerto de Bagdad.
Esta tragedia es un nuevo capítulo en el enfrentamiento entre el gobierno de Mustafa al Kazimi, asfixiado entre sus aliados estadounidenses e iraníes, y los grupos armados pro-Irán que quieren expulsar del país al "ocupante estadounidense".
Por su parte, el Departamento de Estado norteamericano denunció el "peligro inaceptable" que generan los grupos armados proiraníes en Irak, "para todo el mundo".
La diplomacia estadounidense exhortó a los dirigentes iraquíes a "actuar inmediatamente" para que los culpables del ataque "respondan por sus actos", según afirmó su portavoz Morgane Ortagus.
A pesar de que los ataques con cohetes contra la embajada estadounidense, convoyes logísticos iraquíes o bases que albergan a soldados estadounidenses son casi cotidianos, por lo general no causan demasiadas bajas. Pero el balance de víctimas de este último ataque no tiene precedentes y ubica a los grupos armados pro-Irán en una posición muy delicada frente a la opinión pública, hastiada de años de violencia y extorsiones por parte de las diversas facciones armadas del país.