Cuando regresaban a su base, después de disparar cohetes hacia posiciones israelíes desde un área fronteriza, el mes pasado, un grupo de combatientes de Hezbolá fue abordado por aldeanos enojados que rompieron los parabrisas de sus vehículos.
Fue un raro incidente de desafío que sugirió que muchos en el Líbano no tolerarían las provocaciones del poderoso grupo terrorista, que corre el riesgo de desencadenar una nueva guerra con Israel.
A medida que el Líbano se hunde cada vez más en la pobreza, muchos libaneses comienzan a criticar más abiertamente a Hezbollah, respaldado por Irán. Culpan al grupo, junto con la clase dominante, por las devastadoras y múltiples crisis que azotan al país, incluida una dramática caída de la moneda y una grave escasez de medicamentos y combustible.
"Hezbollah se enfrenta a su desafío más importante para mantener el control sobre el sistema libanés y lo que se llama el 'ambiente protector de la resistencia' contra Israel", señaló Joe Macaron, un analista de Medio Oriente que reside en Washington, Estados Unidos.
El incidente a lo largo de la frontera y otros enfrentamientos, incluido un tiroteo mortal en el funeral de un combatiente de Hezbolá y las raras críticas indirectas del principal líder religioso cristiano del país, han dejado al grupo a la defensiva.
El enojo se ha extendido en los últimos meses, incluso en los bastiones de Hezbollah, donde muchos han protestado por los cortes de electricidad y la escasez de combustible, así como por la caída de la moneda, que ha sumido en la miseria a más de la mitad de los seis millones de habitantes del país.
En sus fortalezas, predominantemente habitadas por musulmanes chiítas, ya no es extraño que la gente se pronuncie en contra del grupo. Señalan que Hezbolá está pagando salarios en dólares estadounidenses en un momento en que a la mayoría de los libaneses se les paga en moneda libanesa, que ha perdido más del 90% de su valor en casi dos años.
Han estallado protestas y refriegas en estaciones de servicio alrededor del Líbano y en algunos bastiones de Hezbolá. En estas poco frecuentes muestras de desafío, grupos de manifestantes también han cerrado carreteras clave en esas áreas al sur de Beirut y en el sur del Líbano.
Donde alguna vez se consideró a Hezbolá como una fuerza casi sagrada e intocable, que luchaba por una causa noble –contra el enemigo israelí–, ahora muchos la ven simplemente como parte de la camarilla política corrupta responsable del colapso épico del país
En discursos recientes, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, ha aparecido enfadado y culpando de la escasez a lo que describe como un asedio occidental no declarado. El caos en el Líbano, dijo, está siendo instigado desde una “habitación negra” dentro de la embajada de Estados Unidos.
Los críticos dicen que, en lugar de impulsar reformas, Hezbolá ha apoyado a sus aliados políticos que se resisten al cambio. Dicen que el grupo está empujando cada vez más al Líbano hacia la órbita de Irán haciendo sus órdenes, y que las sanciones de Estados Unidos contra Irán y Hezbolá han dificultado las cosas.
Donde alguna vez se consideró a Hezbolá como una fuerza casi sagrada e intocable, que luchaba por una causa noble –contra el enemigo israelí–, ahora muchos la ven simplemente como parte de la camarilla política corrupta responsable del colapso épico del país. Aun así, cuando se trata de luchar contra Israel, el grupo disfruta de un respaldo inquebrantable dentro de su base de apoyo.