El Líbano lamentó la muerte de siete personas en enfrentamientos armados en las calles de Beirut el día anterior, un conflicto que estalló tras una investigación de larga duración sobre la masiva explosión del puerto en la ciudad, el año pasado, y generó temores de que el país se desvaneciera en más violencia.
Detrás de estos hechos violentos están las arraigadas divisiones sectarias del Líbano y el creciente rechazo a la investigación del puerto por parte de los dos principales partidos musulmanes chiítas, el poderoso grupo militante Hezbolá y su aliado, el Movimiento Amal.
Las escuelas, los bancos y las oficinas gubernamentales de todo el Líbano cerraron por un día de luto el viernes, mientras que se llevaron a cabo funerales en varias partes del país.
El tiroteo planteó el fantasma de un regreso de la violencia sectaria en un país que ya atraviesa una de las peores crisis económicas del mundo.
En un cementerio en un suburbio del sur de Beirut, miembros de Hezbolá con uniformes militares presentaron sus respetos, de pie ante tres ataúdes cubiertos con la bandera amarilla del grupo y cubiertos con rosas blancas. Asistieron cientos de mujeres vestidas con túnicas negras y algunos altos funcionarios de Hezbolá pronunciaron discursos. Los dolientes dispararon al aire durante varios minutos.
Se organizó un funeral por separado para un combatiente de Amal, también en el sur de Beirut.
Los enfrentamientos del jueves mostraron a hombres armados luchando entre sí durante varias horas con rifles automáticos y granadas propulsadas por cohetes en las calles de Beirut. Fue la confrontación más violenta en la ciudad en años, tras la etapa más oscura que vivió el Líbano, con la guerra civil que duró 15 años, de 1975 a 1990.
El tiroteo planteó el fantasma de un regreso de la violencia sectaria en un país que ya atraviesa una de las peores crisis económicas del mundo.
La violencia estalló durante una protesta organizada por Hezbolá y Amal que pedía la destitución del juez principal que investigaba la explosión masiva del año pasado en el puerto de Beirut. Funcionarios de ambas partes han sugerido que la investigación del juez se dirige a responsabilizarlos por la explosión, que mató al menos a 215 personas.
Muchos de los manifestantes del jueves estaban armados. Ali Haidar, un chiíta de 23 años que participó en la protesta, dijo que los residentes cercanos primero comenzaron a arrojar piedras, botellas y muebles, antes de que francotiradores en los tejados abrieran fuego contra los manifestantes desde dos direcciones, dejando a la gente atrapada en el medio. “Entonces todos empezaron a defender su barrio”, señaló.
No está claro quién disparó el primer tiro, pero la confrontación se convirtió rápidamente en intensos intercambios de disparos. Los dos grupos chiítas acusaron al partido Fuerzas Cristianas Libanesas de iniciar el tiroteo, pero esta fuerza negó los cargos.
La cifra de muertos subió a siete el viernes, luego de que un hombre sucumbiera a sus heridas, informó el Ministerio de Salud. Entre los muertos había dos combatientes de Hezbolá y tres de Amal.
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Partidarios del grupo chiíta Amal disparan armas al aire durante las procesiones fúnebres de Hassan Jamil Nehmeh, quien murió durante los enfrentamientos de ayer, en el suburbio de Dahiyeh, en el sur de Beirut, Líbano.
(AP)
Los residentes de la zona de Tayouneh en Beirut, donde se desarrollaron los enfrentamientos, barrieron los cristales de las calles frente a las tiendas y los edificios de apartamentos el viernes por la mañana. Soldados en vehículos blindados de transporte de personal se desplegaron en las calles y se erigió alambre de púas en las entradas de las calles. Varios autos aún estaban estacionados en el área, dañados en el tiroteo del jueves.
La rotonda de Tayouneh conduce a un bulevar que divide el área por la mitad en barrios cristianos y musulmanes.
Una de las personas muertas en el barrio fue Mariam Farhat, madre de cinco hijos. Ella recibió un disparo de una bala de francotirador mientras estaba sentada cerca de la puerta del balcón de su apartamento en el segundo piso, informó su familia el viernes. “Empezamos a gritar. La llevaron en camilla pero no llegó al hospital ”, explicó Munira Hamdar, suegra de Farhat. Agregó que la hija menor de Farhat no sabe que su madre fue asesinada y que se ha quedado con su tía materna desde el jueves.
“Empezamos a gritar. La llevaron en camilla pero no llegó al hospital"
Farhat fue enterrada el viernes, junto con los dos combatientes de Hezbolá, en la ceremonia realizada en el sur de Beirut. Su ataúd también estaba cubierto con una bandera de Hezbolá.
Las tensiones por la explosión del puerto han contribuido a los muchos problemas del Líbano, incluido el colapso de la moneda, la hiperinflación, la pobreza en aumento y una crisis energética que ha provocado prolongados cortes de electricidad.
La investigación intenta esclarecer cómo cientos de toneladas de nitrato de amonio, almacenadas incorrectamente en un almacén portuario durante años, detonaron el 4 de agosto de 2020. La explosión mató al menos a 215 personas, hirió a miles y destruyó partes de vecindarios cercanos. Fue una de las explosiones no nucleares más grandes de la historia y devastó aún más al Líbano, ya acosado por divisiones políticas y problemas financieros.
El juez Tarek Bitar presentó cargos y emitió una orden de arresto contra los ex ministros de Finanzas y Obras Públicas del Líbano, ambos aliados cercanos de Hezbolá. Bitar acusa a ambos, junto con otro exministro y primer ministro, de homicidio intencional y negligencia que llevaron a la explosión.
Funcionarios de ambos partidos chiítas, así como el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, habían atacado a Bitar durante días, acusándolo de politizar la investigación, porque acusa y cita a algunos funcionarios y no a otros.
Hasta ahora, ningún funcionario de Hezbolá ha sido acusado en la investigación, que ya lleva 14 meses. Bitar es el segundo juez que lidera la complicada investigación. Su predecesor fue destituido tras impugnaciones legales.
