Zebulon Simantov, el último judío de Afganistán, no abandonó Kabul a pesar de los muchos esfuerzos de figuras y organizaciones judías. Uno de los que lo intentó fue Moshe Margaretten, un judío ortodoxo cuya pasión es ayudar a otros judíos en peligro y que preside la Asociación Tzedek.
Margaretten le pagó a Moti Kahana, un empresario israelí-estadounidense, para que oficiara de intermediario y sacara a Simantov. Pero Kahana informó lo que muchos ya habían escuchado: Simantov no se iría debido a su antigua negativa a conceder a su esposa israelí el divorcio y su temor a enfrentarse al sistema legal de Israel, que penaliza tal negativa.
Pero Kahana tuvo una segunda idea. El equipo que envió a Kabul en busca de Simantov vio de cerca el peligro que muchas mujeres corrían de ser atacadas por los talibanes, entre ellas las integrantes de la selección nacional de fútbol femenino, juezas y fiscales de Afganistán.
En el lapso de un día, Margaretten, que vive en Nueva York, logró recaudar 80.000 dólares entre los miembros de su comunidad. Envió los fondos a la consultora de Kahana y un día más tarde Kahana, desde su campo en Nueva Jersey, coordinó el rescate de al menos cuatro jugadoras de fútbol, una jueza, una fiscal y sus familias, por tierra y por aire, un total de al menos 23 personas.
Khalida Popal, la ex capitana de la selección de fútbol femenino, establecida ahora en Dinamarca, quien lidera los esfuerzos para el rescate de las jugadoras, agradeció a la organización sin fines de lucro de Margaretten a través de Twitter.
“Gracias Asociación Tzedek por su increíble ayuda en las tareas de liberación, incluida la coordinación con el aeropuerto y contactos políticos. ¡Juntos estamos salvando vidas!", expresó.
Minutos antes, la ex capitana había escrito: "Este es el lugar exacto en que estaban nuestras jugadoras anoche”, adjuntando un video de los atentados en el aeropuerto de Kabul.
Margaretten resumió los hechos que lo tenían desconcertado: la semana que había comenzado con un intento fallido de rescatar a un marido recalcitrante terminaba con la liberación exitosa de mujeres de una sociedad represiva.