El brote del coronavirus en Irán asesta un nuevo y duro golpe a la confianza del pueblo en el Gobierno y en las autoridades en general. Esta es la situación pocas semanas después de que la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán derribara un avión ucraniano, lo que sacó a la calle a miles de ciudadanos indignados en protesta por el manejo fallido del asunto por parte de las autoridades, así como por los intentos de encubrir y de ocultarle información al pueblo.
La manera en que el régimen iraní lidia con el estallido de la epidemia -el mes pasado- de coronavirus, que se propagó en pocos días desde el centro religioso de la ciudad de Kum a casi todo el país y se cobró hasta ahora la vida de cientos de personas, expuso una vez más las omisiones y los intentos de ocultamiento, que aumentaron el resentimiento del pueblo y provocaron duras críticas.
Por ejemplo, la línea aérea iraní Mahan Air -propiedad de la Guardia Revolucionaria Islámica- siguió volando desde y hacia China después del brote de la epidemia, aun después de que las autoridades iraníes declararan a principios de febrero el cese de los vuelos. Las autoridades tampoco tomaron, durante muchos días, medidas preventivas que habrían evitado la propagación de la enfermedad. Se trata de medidas como imponer el cierre de las instituciones educativas, culturales y deportivas, y limitar que se reunieran multitudes, en especial en la ciudad de Kum, el epicentro de la enfermedad.
Pero aun después de que las autoridades se vieran obligadas a reconocer que había un brote de coronavirus y comenzaran a publicar datos sobre el número de víctimas, los ciudadanos desconfiaron y no creyeron en la información oficial. La confusión y el pánico de la gente aumentaron cuando medios de comunicación extranjeros, las redes sociales e incluso políticos municipales -entre ellos un diputado que reside en la ciudad de Kum- afirmaban que el número de infectados y de muertos era muy superior a lo que decía el Gobierno.
El sitio de noticias iraní describió la crisis de confianza del pueblo hacia las autoridades como “mucho más grave que el coronavirus”, y alegó que los medios de comunicación extranjeros, que actúan al servicio de los enemigos de Irán, se aprovechan de la situación. En un artículo de opinión que publicó ese sitio a principios de este mes, se decía que cuando las autoridades le ocultan al pueblo información durante los tres días que siguieron al derribo del avión ucraniano, y durante tres meses no proporcionan datos sobre el número de muertos en las manifestaciones por la gasolina de noviembre del 2019, es normal que los ciudadanos no confíen en los datos del Ministerio de Salud, y se informen en las redes sociales y en las televisiones extranjeras.
El sitio de noticias iraní describió la crisis de confianza del pueblo hacia las autoridades como “mucho más grave que el coronavirus"
La erosión de la confianza del pueblo hacia las autoridades también se reflejó con claridad en la baja participación de votantes en las elecciones parlamentarias que tuvieron lugar en Irán el 21 de febrero. Pese a los llamamientos del régimen, y en primer lugar del líder supremo Ali Jamenaí, para que el pueblo acudiera a las urnas, el número de votantes fue de sólo el 42 por ciento, el más bajo desde la revolución islámica. En las grandes ciudades, y en especial en la capital Teherán, el porcentaje de votantes fue menor aun.
La indiferencia del pueblo contribuyó al rechazo en masa de más de la mitad de candidatos por parte del Consejo de los Guardianes de la Constitución, pero la baja participación en las elecciones reflejó la creciente decepción del pueblo respecto al régimen y al sistema político.
El agravamiento de la crisis de confianza constituye un reto para al régimen iraní, aunque no representa una amenaza inmediata significativa, sobre todo debido a algunas de las principales debilidades del movimiento de protesta iraní. Pero aun si hubiera ahora motivación para reanudar las protestas, es de suponer que la propagación del coronavirus se ha convertido en un factor de restricción debido al miedo de los ciudadanos de salir a la calle.
Pero si sigue aumentando la desconfianza del pueblo en el régimen, con el tiempo ello puede socavar su legitimidad, especialmente si se agrava aun más la crisis económica o si desapareciera el anciano líder supremo.
*El doctor Raz Tsimet es miembro del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel (conocido como INSS, según la sigla en inglés), y experto en Irán.