Bagdad respondió oficialmente este miércoles a la amenaza de Washington de cerrar su embajada a causa de la multiplicación de ataques contra los intereses estadounidenses en Irak, y denunció que se trata de una medida "peligrosa".
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, había dado la semana pasada un ultimátum a Irak: o cesan los ataques –especialmente los disparos de cohetes contra su embajada en Bagdad–, o bien Washington cierra su embajada y repatría a sus 3.000 soldados y a sus diplomáticos.
Para los diplomáticos iraquíes, una retirada estadounidense podría significar el fin de la coalición antiyihadista, en tanto el grupo Estado Islámico (EI) sigue siendo una amenaza en la región
El ministro de Relaciones Exteriores iraquí, Fuad Husein, destacó que temía que "una retirada estadounidense podría conducir a la de otros países" también comprometidos en la lucha contra el EI. Esto sería "peligroso, puesto que el EI amenaza a Irak pero también a toda la región".
Además, una retirada estadounidense podría asestar un duro golpe al primer ministro, Mustafa al Kazimi, quien fuera recibido hace apenas dos meses con toda pompa en la Casa Blanca. Tras esa visita a la Casa Blanca, aumentó la frecuencia de los ataques.
No obstante, desde que llegó al poder en mayo pasado, este ex jefe de inteligencia –con muchos vínculos internacionales– ha estado involucrado en un enfrentamiento con los pro-Irán, mayoría en el Parlamento y lo suficientemente armados como para representar, según militares occidentales, una amenaza mayor que el Estado Islámico.
De octubre de 2019 a julio de 2020, unos cuarenta ataques con cohetes tuvieron por blanco la embajada estadounidense y bases iraquíes que albergan a soldados norteamericanos.
En ese marco es que, como se difundió hace unos días, una familia resultó diezmada durante uno de esos ataques, que ocurrió cerca del aeropuerto. Durante ese operativo murieron siete personas, todos ellos mujeres y niños.
Los ataques contra objetivos estadounidenses son reivindicados desde hace meses por grupos que dicen tener por objetivo echar fuera de Irak al "ocupante estadounidense", por organizaciones que son especies de marionetas de los partidos y facciones armadas pro-iraníes, que están presentes en la vida política iraquí desde la caída de Sadam Husein, en 2003.