Israel va camino a otra cuarentena, admitió el lunes el ministro de Energía, Yuval Steinitz , y sin un cambio dramático, probablemente sucederá muy pronto.
Una de las principales razones citadas para la creación del actual gobierno de coalición fue, por supuesto, la pandemia de coronavirus.
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El primer ministro Benjamín Netanyahu usando máscara facial durante una conferencia de prensa.
(Reuters)
En realidad, parecía que el virus había sido derrotado mientras el gobierno estaba tomando forma. El número de casos nuevos casi se había reducido a un solo dígito todos los días.
Pero, una vez que se formó el gobierno, la situación se dio vuelta.
Hay muchas razones para este error, pero parece que la principal es que no hubo un manejo serio de la crisis.
Al final de cuentas, cuando las fuerzas políticas se dividieron las cartreras ministeriales, nadie quería la cartera de Salud (en realidad, había una persona, pero llegaremos a él más tarde).
Sabemos que es un poco difícil exigir que los políticos superen sus propias consideraciones utilitarias. Después de todo, el primer ministro Benjamin Netanyahu ha llegado a poner sus propios intereses personales sobre los intereses nacionales.
Realmente, cree que hay una superposición completa entre sus intereses personales y los intereses nacionales, pero eso no significa que quiera que la situación empeore.
Entonces, si queda una gota de decencia en él, y esperamos que así sea, debe dar el paso necesario en tal emergencia. Debería nombrar al líder de Yamina, Naftali Bennett, como ministro de Salud, o al menos ponerlo a cargo del esfuerzo nacional contra el coronavirus, con todas las autorizaciones requeridas.
Bennett fue el único que quiso el puesto de ministro de Salud e independientemente de la política, incluso aquellos que no votaron por él pueden admitir que este hombre tiene el carácter de guiarnos a través de una crisis.
No hay razón para la caza de brujas políticas, y hablar de una comisión de investigación es un ejercicio inútil. Estos órganos han demostrado antes la poca retrospectiva que tienen.
Ya está claro que este fracaso se reducirá como lo está haciendo Netanyahu. Él fue quien tomó todo el crédito y los elogios cuando parecía que la respuesta de Israel a la crisis estaba entre las mejores del mundo.
Ahora, a medida que el recuerdo de ese éxito anterior se desvanece y esta falla actual está a la vista, Netanyahu queda solo frente a las hondas y las flechas.
No es como si Bennett tuviera un conejo en la galera; en realidad, no es un mago. Pero su nombramiento llevaría a dos cosas.
Primero, si Netanyahu acepta pasar la posta a alguien a quien ve como un importante rival político, sería un reconocimiento de la gravedad de la situación.
En segundo lugar, nombrar a Bennett obligaría a todas las partes, desde el Ministerio de Salud hasta el Tesoro, a poner fin a sus luchas internas y realmente cooperar.
Además, el propio Netanyahu tiene un par de buenas razones para nombrar a Bennett.
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Bennett, de visita en Bnei Brak, ciudad afectada por la pandemia de coronavirus.
(Yariv Katz)
El primer ministro podría enmarcar este hecho como si pusiera los intereses de la Nación por sobre su propio ego; además, tendría a alguien a quien culpar si falla. Si tiene éxito, Netanyahu podría reclamar que su sentido de responsabilidad nacional jugó un papel crucial en el manejo de la crisis.
Existe la preocupación de que la pandemia esté siendo explotada para violar los derechos humanos, como el uso del rastreo móvil de contactos civiles por parte del servicio de seguridad Shin Bet. Pero éstos son falsos temores: los funcionarios de seguridad de Israel no tienen interés en convertir el país en Turquía o Rusia.
Cuando el alcalde de una ciudad del sur anunció durante la guerra de Gaza, en 2014, que no permitiría que los árabes trabajen allí, Bennett, entonces ministro de Economía, fue el primero en decir: "No estoy en guardia".
Pero, aparte de todos los argumentos políticos, esto es una emergencia.
Este es el momento de Netanyahu para demostrar que puede enfrentar el desafío en un momento de verdadera crisis. La pelota está en su cancha y necesita salvar no sólo a las personas, sino también su propio pellejo.
