El grupo terrorista Hamás respondió al desfile de banderas nacionalistas a través de Jerusalem el martes con "sólo" unas pocas docenas de globos incendiarios.
Si bien esos ataques pueden parecer menos severos que los interminables bombardeos de mortíferos cohetes, los israelíes no deben ver esto como algo bueno.
Hamas ha proyectado su sombra con éxito en todo el país con sus constantes amenazas de lanzamiento de cohetes y represalias contra Israel y su población civil. Esta es una clara victoria para el grupo terrorista.
Según Yigal Carmon, presidente y cofundador del Middle East Media Research Institute (MEMRI), el éxito de Hamas es tan extenso que ha "logrado limitar las capacidades de las FDI y convertir cada victoria militar israelí en otra pérdida política".
El verdadero desafío al que se enfrenta el gobierno naciente del primer ministro Naftalí Bennett es cambiar este preocupante paradigma.
Actualmente, los cientos de miles de israelíes en el sur viven con el miedo constante debido a Hamas, con sólo un indulto ocasional del lanzamiento de cohetes y los ataques incendiarios para brindar consuelo y tranquilidad.
Sin embargo, aparentemente, esta terrible existencia no es suficiente para convencer a los tomadores de decisiones de Israel de que tienen que lidiar con el desafío de Hamas.
Cuando los ejércitos occidentales se enfrentan a organizaciones como los talibanes e ISIS, saben que es imperativo que eviten dañar a la población civil tanto como sea posible.
Las FDI deben tener aún más cuidado para evitar víctimas civiles, dado el hecho de que cada niño palestino que muere trágicamente en tales confrontaciones (e incluso algunos que no lo hacen) eventualmente terminan en la portada de The New York Times.
Un presidente francés o un canciller alemán nunca exigirían que Estados Unidos detuviera sus operaciones contra los talibanes debido a las bajas civiles. Sin embargo, están contentos con hacer precisamente eso cuando se trata de Israel, y el presidente de Estados Unidos puede incluso unirse a ellos en su demanda.
Algunos podrían llamar a esto discriminación o incluso antisemitismo, pero no obstante es la realidad en la que vivimos, y el poder principal de Hamás en su guerra contra Israel.
Para abordar de manera efectiva este desafío, Israel no puede volver a las políticas del ex primer ministro Benjamin Netanyahu, quien permitió que Catar transfiriera enormes sumas a Gaza todos los meses y sin supervisión.
El problema radica en el hecho de que Catar es un estado que apoya el terrorismo.
En las últimas décadas, la nación del Golfo ha transferido miles de millones de dólares a varias organizaciones terroristas en todo el mundo, incluido Hamas en Gaza.
Permitir que Catar envíe dinero a la Franja es similar a hacer que los zorros vigilen el gallinero. La nación rica en petróleo no sólo nunca impedirá que Hamas use el dinero para armarse, sino que incluso alienta a la organización terrorista a gastar esos fondos en el desarrollo de su industria de la muerte.
Israel y Occidente deben ofrecer rehabilitar Gaza y ayudar a su pueblo a cambio del desarme de todas las facciones terroristas en la Franja. Israel puede incluso proponer que Egipto y la Autoridad Palestina participen en estos esfuerzos.
Y Catar es bienvenido para ayudar, pero sólo a través de un mecanismo supervisado por la comunidad internacional.
Catar es bienvenido para ayudar, pero sólo a través de un mecanismo supervisado por la comunidad internacional.
Poner fin al flujo de estos fondos podría desencadenar una nueva confrontación con las facciones terroristas de Gaza, pero es mejor que dicha confrontación tenga lugar después de que Hamás haya rechazado una propuesta conjunta de ayuda israelí-internacional.
Es indiscutible que la política israelí sobre Gaza ha sufrido mucho en los últimos años debido a la aparente locura del escalón político. Ahora es finalmente el momento de que Israel tome algunas decisiones sensatas.