Yifat Erlich
Yifat Erlich.
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Netanyahu y Trump durante la presentación del plan de paz de EE.UU. en Washington.

Israel no debe perder esta oportunidad de anexión

Opinión. La administración Trump le ha presentado a Jerusalem una oportunidad histórica para romper con una política pasiva e implementar una medida que beneficiaría a todo el país, así como a los residentes de los asentamientos en Cisjordania.

Yifat Erlich - Adaptado por Leandro Fleischer |
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La realidad de los judíos que viven en Judea y Samaria (Cisjordania) ha sido durante décadas una dicotomía.
Por un lado, el Estado construyó asentamientos judíos en toda el área y, por otro, los residentes de estas comunidades, sus hijos y nietos, viven bajo un régimen militar.
El sueño de una resolución pacífica con nuestros vecinos se evaporó con el humo que emanaba de las explosiones en los autobuses durante la campaña terrorista palestina posterior a Oslo.
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Netanyahu y Trump durante la presentación del plan de paz de EE.UU. en Washington.
Netanyahu y Trump durante la presentación del plan de paz de EE.UU. en Washington.
Netanyahu y Trump durante la presentación del plan de paz de EE.UU. en Washington.
(EPA)
Los israelíes se dieron cuenta de que probablemente nunca habría un liderazgo palestino lo suficientemente valiente como para realizar las concesiones necesarias para alcanzar la paz.
Al mismo tiempo, la retirada unilateral de la Franja de Gaza solo facilitó la llegada al poder de un régimen liderado por Hamás, lo que resultó en años de ataques con cohetes desde el enclave contra las comunidades israelíes.
Sin negociaciones productivas, los gobiernos israelíes decidieron dejar las cosas en Cisjordania como estaban, con la población judía atrapada.
Con el tiempo y con el vacío dejado por la falta de una política clara de Israel, los palestinos, con el apoyo de la Unión Europea (UE) han comenzado a usurpar ilegalmente partes del Área C, lo que resulta en graves daños ambientales al área, en lugar de que ésta prospere bajo el dominio israelí.
La administración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, le presentó a Israel una oportunidad histórica para romper con su política de pasividad e iniciar un movimiento que beneficiaría a todo el país, así como a los residentes de Cisjordania.
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Asentamiento Kochav Hashachar en Cisjordania.
Asentamiento Kochav Hashachar en Cisjordania.
Asentamiento Kochav Hashachar en Cisjordania.
(Reuters)
Es poco probable un escenario en el que cientos de miles de colonos deban abandonar sus hogares. Cientos de comunidades judías a lo largo de Cisjordania están allí para quedarse.
Pero también es necesario reemplazar el régimen militar bajo el cual los colonos se ven obligados a vivir por la extensión de soberanía israelí sobre esa región.
Los pragmáticos a la izquierda y derecha del mapa político deben estar de acuerdo con la extensión de la soberanía israelí, al menos sobre los asentamientos.
Desafortunadamente, tanto la izquierda como la derecha se han opuesto al plan de paz de Trump.
Algunos ven la anexión como el final del sueño sionista que finalmente traerá una solución de un Estado que carece de una mayoría judía o se convierte en un Estado de apartheid que impide que sus residentes palestinos disfruten de los mismos derechos que sus vecinos judíos.
No veo cómo incluir a varios miles de palestinos que viven en el Área C (bajo control israelí) a la población de Israel conduciría a cualquiera de esos escenarios.
Los opositores de derecha a la medida se preocupan de que al aceptar el plan de paz de Trump, Israel le abrirá la puerta a un eventual Estado palestino en partes de Cisjordania.
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Festejos en Jerusalem tras la declaración de independencia de Israel en 1948.
Festejos en Jerusalem tras la declaración de independencia de Israel en 1948.
Festejos en Jerusalem tras la declaración de independencia de Israel en 1948.
(Archivo)
Esta posición es similar a aquellos que en 1947 se negaron a aceptar el Plan de Partición de la ONU porque las fronteras propuestas de Israel no incluían áreas de la patria bíblica que imaginaban como parte del renacimiento de su nación.
Pero el pragmatismo prevaleció en aquel entonces y el Plan de Partición fue aceptado por los líderes del emergente Estado judío para alegría de su población. El liderazgo árabe de la época rechazó la propuesta de la ONU y eligió el camino de la guerra.
Israel se ha convertido en un país moderno y floreciente y en una potencia regional. Por otro lado, todavía no se ha establecido un Estado palestino y los líderes del pueblo palestino están siendo vistos por lo que son: corruptos e ineptos.
El 1 de julio debería haber sido un día de celebración, tal como lo fue el día del voto de la ONU sobre la creación de nuestro Estado. Debería haber sido un día para celebrar la soberanía de Israel sobre partes importantes de Judea y Samaria y el avance del sueño sionista.
Debería haber estado cantando y bailando en la calle.
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