Joe Biden en su rol de vicepresidente durante el mandato de Obama, junto con Netanyahu durante una visita a Israel en 2016.
Joe Biden en su rol de vicepresidente durante el mandato de Obama, junto con Netanyahu durante una visita a Israel en 2016.
GPO
Un cartel electoral del Likud de 2019 muestra los estrechos vínculos del líder del partido Benjamín Netanyahu con el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Netanyahu podría extrañar a Trump a la hora de las urnas

Análisis. A diferencia de su predecesor, Joe Biden no interferirá en las elecciones de la Knesset en Israel, algo que podría suponer un problema para un primer ministro acostumbrado a recibir gestos favorables de Trump durante las campañas electorales israelíes.

Uri Cohen (The Media Line) - Adaptado por Adrián Olstein |
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Joe Biden prestó juramento el miércoles como el 46° presidente de los Estados Unidos, pasando una nueva página en la historia de Estados Unidos después de cuatro tumultuosos años que culminaron en uno de los ciclos electorales más polémicos y desprolijos de la historia.
Sin embargo, mientras Estados Unidos sale de su última campaña electoral, Israel, uno de sus aliados más cercanos, recién está empezando. En dos meses, los votantes israelíes acudirán a las urnas por cuarta vez en dos años, ya que el estancamiento político que pareció resolverse brevemente en mayo de 2020, continúa con toda su fuerza.
Pero no todo es igual en esta espiral de elecciones. Por primera vez desde 2015, el primer ministro Benjamín Netanyahu, acosado por un panorama político desafiante y un juicio por corrupción, se postulará para el cargo sin el apoyo de un gran amigo al frente de la Casa Blanca.
En las tres elecciones anteriores, Netanyahu sabía que podía confiar en el presidente Donald Trump. Una y otra vez, el ex presidente acudió al rescate del asediado primer ministro, ofreciendo gestos diplomáticos y políticos destinados a reforzar la posición de Netanyahu en las urnas pocos días antes de las elecciones.
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Un cartel electoral del Likud de 2019 muestra los estrechos vínculos del líder del partido Benjamín Netanyahu con el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Un cartel electoral del Likud de 2019 muestra los estrechos vínculos del líder del partido Benjamín Netanyahu con el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Un cartel electoral del Likud de 2019 muestra los estrechos vínculos del líder del partido Benjamín Netanyahu con el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
(AFP)
En marzo de 2019, cuando faltaban menos de dos semanas para la primera ronda de elecciones en Israel, Trump anunció su decisión de reconocer oficialmente la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, capturados por Israel durante la Guerra de los Seis Días en 1967.
En enero de 2020, un mes antes de la tercera elección, Trump convocó una cumbre especial en la Casa Blanca para presentar su plan de paz para Medio Oriente. La propuesta se inclinó fuertemente a favor de Israel y fue rechazada de plano por la Autoridad Palestina, que se negó incluso a asistir a la ceremonia o participar en las reuniones preliminares.
Netanyahu, para sorpresa de nadie, no perdió el tiempo en presentar su viaje a Washington y la declaración de los Altos del Golán dentro de sus anuncios de campaña, haciendo alarde de su vínculo especial con el líder del mundo libre y su capacidad para obtener más obsequios del presidente que cualquiera de sus competidores en la elección.
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El presidente palestino Mahmoud Abbas critica el plan de paz de Trump durante una reunión en la Asamblea General de la ONU, febrero de 2020.
El presidente palestino Mahmoud Abbas critica el plan de paz de Trump durante una reunión en la Asamblea General de la ONU, febrero de 2020.
El presidente palestino Mahmoud Abbas critica el plan de paz de Trump durante una reunión en la Asamblea General de la ONU, febrero de 2020.
(EPA)
Este tipo de intervenciones, si bien parecen ser para el caso de Trump las más obvias y apologéticas, no representan la primera vez que un presidente estadounidense intenta inclinar la balanza hacia un lado en las elecciones israelíes.
Michael Oren, ex embajador de Israel en Estados Unidos durante la gestión de Netanyahu, sostuvo que se trata de una política que tiene sus precedentes.
"Cuando Netanyahu fue elegido en 1996, lo primero que dijo fue 'No voy a tratar con Martin Indyk (embajador para Estados Unidos en Israel, durante la gestión de Bill Clinton) por su abierto apoyo a Shimon Peres (contrincante político de Netanyahu)”.
Durante su mandato, el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó Israel en 2013 y durante uno de sus discursos “llamó a la gente a protestar contra su propio gobierno. Eso fue increíble”, agrega Oren.
“Los presidentes también pueden castigar, en lugar de obsequiar presentes”, sostiene Oren, y señala que eso fue lo que hizo el ex presidente George W. Bush con el ex primer ministro Yitzhak Shamir. “Mucha gente dice que Shamir perdió sus elecciones porque se peleó con Bush”, relata Oren, en referencia a las elecciones de 1992.
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Michael Oren, ex embajador de Israel en Estados Unidos, con el entonces presidente Barack Obama en la Casa Blanca.
Michael Oren, ex embajador de Israel en Estados Unidos, con el entonces presidente Barack Obama en la Casa Blanca.
Michael Oren, ex embajador de Israel en Estados Unidos, con el entonces presidente Barack Obama en la Casa Blanca.
(Lawrence Jackson)
En cuanto a si Biden seguirá los pasos de su predecesor y se involucrará en las próximas elecciones de Israel, los expertos se muestran divididos. “Dudo mucho que Biden cometa los mismos errores que Trump”, dice Elana Sztokman, vicepresidenta de relaciones con la prensa y política de la comunidad de votantes demócratas en Israel.
“No fue una política exterior sólida. Biden será muy firme en restaurar la idea de una Israel bipartidista. Es prioritario para él”, agrega Sztokman y Oren coincide: “Creo que se mantendrá al margen. “Puede que tome algunas medidas que dificulten las cosas para Netanyahu, como volver a unirse al acuerdo nuclear con Irán. Eso definitivamente afectará a las elecciones. Los adversarios de Netanyahu le van a decir 'fallaste'. Pero Biden no lo hará para eso, sino porque es su política".
Marc Zell, presidente de la comunidad de votantes republicanos en Israel, cree que "muchas de las personas que asesoran [a Biden] están ávidos" de inclinar la balanza contra Netanyahu, "porque así lo hicieron antes, durante la administración Obama”.
Es posible que Netanyahu no requiera de ninguna ayuda. Si bien se enfrenta a una difícil tarea para obtener suficientes escaños para formar gobierno, el primer ministro con más años de servicio en la historia de Israel no tiene en este momento un rival claro.
El ala de centro izquierda, diezmada por luchas internas y dividida en un puñado de partidos pequeños, todavía tiene que producir un candidato para unirse a la contienda, similar a Benny Gantz en 2019.
Es más probable que los problemas de Netanyahu provengan de su propio ala derecha. El ex legislador del Likud y destacado político Gideon Saar formó el mes pasado un nuevo partido y declaró su intención de derrocar a su ex colega y jefe del partido.
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Gideon Saar, a la izquierda, da la bienvenida a Benny Begin, el hijo del fundador del Likud, Menachem Begin, a su nuevo partido.
Gideon Saar, a la izquierda, da la bienvenida a Benny Begin, el hijo del fundador del Likud, Menachem Begin, a su nuevo partido.
Gideon Saar, a la izquierda, da la bienvenida a Benny Begin, el hijo del fundador del Likud, Menachem Begin, a su nuevo partido.
(Cortesía)
Desde entonces, logró sumar a varios legisladores del Likud a su lista y parece estar preparado para conseguir 20 escaños, lo suficiente, tal vez, para precipitar la derrota de Netanyahu.
Si el primer ministro logra conservar su puesto, enfrentará un panorama completamente diferente en su próximo viaje a Washington. Netanyahu es "un político experto y estadista", afirmó Zell. “Reconoce que el campo de juego cambió y tiene que adaptarse. Tengo plena confianza en que podrá medir el mapa político con precisión y acomodarse a él”, señaló.
Zell dijo que las "relaciones cordiales del líder israelí, a nivel personal, con Biden" le permitirán establecer una relación de trabajo con la nueva administración. “Si bien no están de acuerdo fundamentalmente en cuestiones de política, parecen tener una relación bastante amistosa. Es un buen comienzo”, afirma.
Sztokman evalúa, en un mensaje dirigido a quien gane las elecciones del próximo 23 de marzo, que "si eligen ser inteligentes en su relación con el presidente (Biden), encontrarán para ellos una puerta abierta”.
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