En los últimos cinco días se descubrió que una de cada cinco personas que se hicieron pruebas de coronavirus en Los Ángeles tenía COVID-19, con trágicas consecuencias para los hospitales de California.
Decenas de centros médicos han dejado de admitir nuevos pacientes, mientras que los afortunados que pudieron ser hospitalizados tienen que esperar horas mientras los equipos médicos luchan contra el hacinamiento y la falta de suministros médicos básicos.
En Israel, una de cada cinco personas de la comunidad ultraortodoxa que se hizo la prueba de coronavirus el lunes recibió un resultado positivo.
Y aunque los hospitales israelíes no están experimentando las mismas dificultades que los de California, hay pocas dudas de que el personal médico con exceso de trabajo y el hacinamiento muestran que los hospitales van en la dirección equivocada, y la calidad de atención se ve golpeada por estos motivos.
Incluso con las vacunas administradas a millones de personas, los casos del virus siguen aumentando, lo que demuestra que todavía estamos muy lejos de poder volver a nuestra rutina anterior al COVID-19.
También está claro que el virus está mutando y aumentará su fuerza antes de que finalmente sea erradicado.
Las variantes recientemente identificadas de COVID-19 están afectando la morbilidad mundial de una manera que aún no se comprende por completo.
La llamada cepa británica ya se está extendiendo en Israel y probablemente sea responsable del reciente aumento de casos. Y ante la falta de certeza sobre la capacidad de la vacuna Pfizer para inmunizar contra ella, aún no está claro cuánto se propagará el virus en las próximas semanas.
Por lo tanto, es importante permanecer alerta a pesar del optimismo cauteloso ante la percepción de una disminución de los casos diarios en Israel y la expectativa de que se reducirá el número de personas en grave estado.
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Equipo médico del Hospital Ichilov de Tel Aviv atendiendo a un paciente con coronavirus.
(Zlila Helman)
Por lo tanto, no se entiende por qué el Ministerio de Salud se apresuró a anunciar que los israelíes que recibieron ambas dosis de la vacuna contra el coronavirus recibirían un "pasaporte verde" (una aplicación en sus teléfonos que les permitiría incumplir con algunas de las restricciones sanitarias) antes de que haya más información disponible sobre el nivel de contagio que permanecerá.
Una vez más, los israelíes miran hacia el futuro, incluso cuando sus pies todavía están atascados en el barro.
Los niños menores de 16 años no recibirán la vacuna en un futuro cercano y seguramente aumentarán las tasas de contagio después de que se elimine el cierre general.
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Una maestra recibe a una alumna en una escuela de Rehovot tras el fin del segundo cierre general.
(Reuters)
Por lo tanto, las escuelas deben finalmente preparar sus aulas para un período prolongado en el que la mitigación seguirá siendo necesaria y el aprendizaje tendrá que llevarse a cabo en grupos pequeños.
Ignorar la necesidad de tomar esas medidas puede hacer que los padres se complazcan en enviar a sus hijos de regreso a la escuela, pero también provocará un resurgimiento de la enfermedad y una reversión de los logros que pueden haber resultado del cierre.
