El primer ministro Benjamín Netanyahu y el ministro de Defensa, Naftalí Bennet, fueron informados por los comandantes del ejército acerca de las consecuencias que un brote de coronavirus podría tener sobre la Franja de Gaza.
Si las autoridades de Hamas se vieran sobrepasadas por la cantidad de infectados por COVID-19, podrían provocar un ataque contra Israel como forma de exigir asistencia médica y logística. El pronóstico de los comandantes suena apocalíptico. Afirman que podrían ser disparados una cantidad de cohetes como no se ha visto en años.
El lanzamiento de un cohete el viernes, en la ciudad de Sderot, fue un recordatorio para sus residentes de que largos períodos en refugios antiaéreos atentarían contra las recomendaciones de distanciamiento social y provocarían más infecciones en el lado israelí de la frontera.
Otro escenario funesto plantea la posibilidad de que masas de palestinos se precipiten hacia la valla fronteriza para salvarse de la epidemia en su enclave asediado. En este caso no se trataría de manifestantes violentos, sino de civiles asustados e indefensos, muchos de los cuales podrían estar infectados. La respuesta militar tendría que ser no violenta porque Israel no puede suponer que se considere legítimo abrir fuego sobre civiles enfermos.
En sus recomendaciones a los líderes políticos, los militares pidieron actuar con urgencia para solicitar el esfuerzo internacional antes de que la situación en Gaza empeore. Por el momento, la asistencia humanitaria es mínima. El pago mensual de 25 millones de dólares proveniente de Catar continúa ingresando, pero la ayuda de la Organización Mundial de la Salud es una gota en el océano en comparación con lo que se necesitaría en caso de que la epidemia estalle en el enclave.
Los 500 kits de prueba de coronavirus suministrados por Israel también están lejos de ser suficientes. El ejército afirma que el gobierno israelí debe incluir las necesidades de Gaza en sus intentos por conseguir suministros médicos para lidiar con la pandemia.
Sin embargo, según las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI), la situación es al mismo tiempo una amenaza y una oportunidad. Las relaciones de Israel con los funcionarios de Hamas podrían mejorar sobre la base de la cooperación humanitaria, lo que podría derivar en su total dependencia del gobierno israelí como resultado de esta emergencia.
La actividad militar se ha reducido en todo el mundo. Rusia canceló ejercicios en sus fronteras y Estados Unidos pospuso su mayor ejercicio en 25 años planeado para el ámbito europeo. Las operaciones antiterroristas también se han suspendido, lo cual da tiempo al yihadismo para replegarse y prepararse a futuro.
El grupo terrorista libanés Hezbollah es probable que mantenga un perfil bajo. Muchos en ese país ven al movimiento chiíta como responsable de la expansión del coronavirus en Líbano, luego de que las autoridades de Hezbollah expandieran el virus tras visitar Irán. Lo último que necesita Hezbollah es que Israel lleve a cabo sus amenazas de castigar severamente a cualquiera que represente un peligro para su población.
En Judea y Samaria, donde el número de infectados se acerca a 100, Israel y la Autoridad Palestina están en plena cooperación para combatir la epidemia. Eso nos deja sólo con Gaza. A Israel le interesa garantizar que ese enclave empobrecido no sea amenazado por el coronavirus a punto tal de que no se empiecen a materializar los peores escenarios.