Yaakov Litzman
Yaakov Litzman, ministro de Salud.
Avi Moelem
Soldados de las FDI distribuyen alimentos a los residentes de Bnei Brak durante el cierre de la ciudad.

Dolor por los habitantes de Bnei Brak, cuyos líderes los decepcionaron

Opinión: los funcionarios que administran la ciudad ultra ortodoxa traicionaron a su comunidad bloqueando información vital, ignorando los problemas prácticos de mantener la cuarentena y violando las restricciones del Ministerio de Salud.

Sari Makover-Belikov - Adaptado por Mark Mysler |
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Mi abuelo, el rabino Yitzchok Gerstenkorn, fue uno de los fundadores de Bnei Brak y sirvió como su primer alcalde. Si estuviese vivo hoy, estaría indignado.
No por los amables y modestos residentes que prosperan en esta ciudad, o por la unida comunidad y lazos familiares que hoy proponen un riesgo a los ancianos debido a una enfermedad extremadamente infecciosa que afecta a los más vulnerables.
No. Mi abuelo estaría indignado y avergonzado del liderazgo que lo siguió, que traicionó a la gente de Bnei Brak y los llevó a esta crisis humanitaria.
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Soldados de las FDI que distribuyen alimentos a los residentes de Bnei Brak durante un cierre de la ciudad.
Soldados de las FDI que distribuyen alimentos a los residentes de Bnei Brak durante un cierre de la ciudad.
Soldados de las FDI distribuyen alimentos a los residentes de Bnei Brak durante el cierre de la ciudad.
(Prensa FDI)
La gente de Bnei Brak fue defraudada cuando no se les informo a tiempo de los peligros de esta pandemia. La comunidad adhiere a restricciones estrictas sobre el contacto con el mundo secular, y no tiene acceso a Internet, redes sociales ni medios de comunicación convencionales.
Eran inconscientes de los reportes diarios desde Italia y España ilustrando la propagación del virus.
Por lo que, cuando sus líderes religiosos hablaron del coronavirus, creyeron que no era peor que la gripe y que estaba lejos de ser una emergencia que justificara cerrar sinagogas y yeshivas.
A pesar de que muchos rabinos estaban al tanto del peligro, carecían del poder de transmitir la información a los residentes de la manera en que están acostumbrados (anuncios por altoparlantes, la prensa Haredi y carteles en tablas de anuncios).
El alcalde y los políticos locales tardaron en informar a los residentes aun después de ocurridas algunas muertes.
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Un residente de Bnei Brak se encuentra al lado de un cartel que insta a los residentes a quedarse en casa.
Un residente de Bnei Brak se encuentra al lado de un cartel que insta a los residentes a quedarse en casa.
Un residente de Bnei Brak se encuentra al lado de un cartel que insta a los residentes a quedarse en casa.
(AFP)
La ciudad de Bnei Brak es un lugar vibrante, colorido y cálido con un centro en constante movimiento, con el sonido de plegarias saliendo de cada puerta. Pero esto también fue su perdición.
Hay una sinagoga en cada esquina y los edificios residenciales están rebalsados con grandes familias en pequeños departamentos.
Funcionarios de la ciudad retrasaron la toma de acción y se desperdició tiempo valioso antes de que los residentes puedan aislarse y protegerse.
La gente de Bnei Brak fue defraudada una segunda vez cuando no se ofrecieron alternativas razonables para intentar adaptar su estilo de vida.
No hay envíos de supermercados en Bnei Brak y la gente sale a toda hora a comprar comida para alimentar a sus familias.
Esta práctica continuó, a pesar de un creciente miedo, todavía cuando las restricciones estuvieron claras. No tenían opcion; sus casas son pequeñas y no pueden albergar un gran suministro de elementos esenciales.
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Residentes de Bnei Brak en una ciudad bajo cierre parcial.
Residentes de Bnei Brak en una ciudad bajo cierre parcial.
Residentes de Bnei Brak en una ciudad bajo cierre parcial.
(AFP)
El liderazgo de la ciudad no ha pedido un presupuesto especial para organizar envíos ni ha intentado organizar voluntarios para la entrega de comida.
El pecado imperdonable viene por parte del ministro de Salud ultra ortodoxo Yaakov Litzman, que conocía de primera mano las dificultades con las que se enfrentaban las familias Haredi y ni siquiera intentó proveer una solución.
Al contrario, Litzman insistió en que las yeshivas y mikvas (baños rituales) se mantuvieran abiertas. Y en vez de asegurar suministros de comida para que los residentes de Bnei Brak no tuviesen que salir de sus casas, los guió por mal camino asistiendo a plegarias grupales secretas –en violacion directa de las directivas de su propio ministerio.
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Yaakov Litzman
Yaakov Litzman
Yaakov Litzman, ministro de Salud. Guió por mal camino a los residentes de Bnei Brak.
(Avi Moelem)
La gente de Bnei Brak fue decepcionada una tercera vez esta semana –en su peor momento–, cuando los medios israelíes y líderes políticos expresaron su desprecio por la comunidad ultra ortodoxa alegando que no comparten las mismas cargas que el resto del pueblo israeli (no sirviendo en el ejército y no pagando sus impuestos).
Chistes antisemitas y un odio general por esta comunidad inundaron las redes sociales en Israel.
Esta no fue una reacción natural, producto del miedo, sino una asquerosa muestra de odio contra un sector de la población que pagará un alto precio en sangre por la negligencia de el egoísmo de sus líderes.
Este odio fue sólo balanceado por los esfuerzos de oficiales de policía asegurándose que la ciudad se mantenga en cuarentena y los soldados arriesgando sus vidas para entregar comida y medicamentos en la ciudad.
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Un residente de la ciudad haciendo las compras y protegido contra COVID-19.
Un residente de la ciudad haciendo las compras y protegido contra COVID-19.
Un residente de la ciudad haciendo las compras y protegido contra COVID-19.
(AFP)
Incluso con el mundo en el limbo y la humanidad reducida a un experimento en un laboratorio global, están aquellos que ayudan a una comunidad necesitada y están aquellos que sólo ven un peligroso parásito que se escapó del gueto para infectar sus respiradores.
Aunque sea difícil de creer, la comunidad ultra ortodoxa está compuesta por humanos que tampoco quieren morir de Covid-19.
Bnei Brak es hogar de mis dos queridos hermanos, que nunca faltaron a un servicio de plegaria pública y que hace dos semanas están rezando solos con plegarias adicionales por la salud de la nación entera.
Han estado rezando por los israelíes laicos de Tel Aviv, por las organizaciones caritativas sobrecargadas por la pandemia, por los paramédicos y por todos los afectados por la crisis.
Después de todo somos una familia, ¿no?
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