El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Benny Gantz.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Benny Gantz.
Haim Horenstein
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.

La estrategia de Netanyahu para quedarse en el poder

Cada movimiento del primer ministro, tanto a nivel político como sanitario, parece tener un norte: volver a posicionarse favorablemente en la población para poder disolver el gobierno y quedarse en el cargo.

Tony Raichler - Adaptado por Rubén Pereyra |
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El mes pasado, más precisamente el 18 de septiembre, el gabinete encargado de la pandemia en Israel decidió confinar de forma moderada a la población israelí a raíz de los altos niveles de contagio y de muertes per cápita en el país. Una semana después, el primer ministro Benjamín Netanyahu tomó la decisión de cerrar todo el país, debido a que los ciudadanos no respetaron las medidas gubernamentales para prevenir contagios y muertes innecesarias.
Muchos piensan que el cierre total del país se debe a las grandes manifestaciones en contra de Netanyahu, acusado en tres causas judiciales por soborno, fraude y abuso de confianza. Por ello muchos de sus adversarios hablan de "cierre político" y no "preventivo". Otros piensan que la estrategia de Netanyahu es bajar los casos de COVID-19 para mejorar los índices en el país y así poder disolver al gobierno y ganar las próximas elecciones.
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El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
(Reuters)
Datos políticos
En la primera ola de COVID-19, Israel estaba comandado por un gobierno interino que logró reducir la pandemia con un éxito sin precedentes. Líderes mundiales de todo el mundo se comunicaban con Netanyahu para preguntarle cómo abatir la pandemia. En esos tiempos, ''Bibi'' gozaba de cuarenta mandatos de 120 en las encuestas y se coronaba como el único que podría combatir la crisis. Irónicamente, en la segunda ola de contagios, el Estado de Israel pasó a ser gobernado por una coalición unitaria, en el cual cada partido maneja una agenda adversa a nivel económico, político y de salud, creando así prácticamente una oposición dentro del propio gobierno.
A raíz de esto, ni el gabinete ni el comité, ambos encargados de la pandemia, se han puesto de acuerdo y los resultados han sido nefastos. Los índices de contagios y muertes se han elevado a un nivel embarazoso, y la popularidad del gobierno en las encuestas está en decadencia (26 mandatos para el Likud – 7 mandatos para Kajol Labán). Por consiguiente, el cierre del país fue totalmente inevitable. Si bien el primer ministro Netanyahu es conocido como el mago de las cartas de la políticas en Israel, en este caso él sabe que la crisis del COVID-19 no ha jugado a su favor.
A finales de mayo de 2020 se formó en Israel una coalición de gobierno de unidad entre el Likud y Kajol Labán para abatir a la pandemia y unir al pueblo israelí. Desde entonces las batallas políticas entre ambos partidos han llegado a un punto de quiebre del cual no habrá regreso. Según el acuerdo de coalición entre los partidos Likud y Kajol Labán, si alguno trata de disolver el parlamento, el gobierno pasaría automáticamente a manos del adversario político. No obstante, la única escapatoria legal para disolver el gobierno sin perder el mandato sería si no se concreta un acuerdo de presupuesto para el año 2021, que le aseguraría al ministro de Defensa, Benny Gantz, su llegada a la Oficina del Primer Ministro.
La conclusión es que todo apunta que la próxima jugada de Netanyahu se basará en bajar los niveles de contagios y muertes en el país –cosa que ya ha ocurrido– para llegar con una ventaja amplia en las encuestas y así poder negarle el presupuesto 2021 a Gantz para completar su objetivo de disolver el parlamento sin que esto repercuta en su cargo de primer ministro de Israel.
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