Cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu habló con la prensa el domingo, antes de la audiencia de apertura de su juicio, líderes de comunidades judías de Judea y Samaria se reunían con legisladores en la Knesset, equipados con los mapas presentados por el equipo de Donald Trump en su “Acuerdo del Siglo”.
La misión era convencer a los legisladores de que la división de tierras propuesta por el gobierno de Estados Unidos para los territorios israelíes y palestinos es peligroso para las comunidades.
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El primer ministro Benjamín Netanyahu, legisladores del partido Likud y ministros antes de la audiencia de apertura el domingo.
(Flash 90)
Ambos eventos, ocurriendo simultáneamente pero presuntamente desconectados entre sí, son parte de una narrativa propagada por Netanyahu en nombre de sus intereses políticos: no soy yo a quien enjuician, es a todo el bloque de derecha.
Netanyahu asumió erróneamente que la revelación del plan de paz respaldado por Estados Unidos, que esencialmente respalda la anexión de algunas partes de Judea y Samaria, le aseguraría una victoria abrumadora en las elecciones del 2 de marzo.
Obtuvo el control del liderazgo de los asentamientos, algunos le desearon buena suerte mientras abordaba su avión a Washington, e incluso volaron a Estados Unidos junto con él para presenciar la revelación del plan en la Casa Blanca.
“Tras la elección, ejerceremos la soberanía israelí en Cisjordania”, declaró Netanyahu múltiples veces durante su campaña. Los pobladores de los asentamientos estaban convencidos de que esta declaración era tan sólo el primer paso para hacer realidad su sueño de varias décadas.
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El presidente de EEUU Donald Trump y el primer ministro Netanyahu durante la presentación del plan de paz americano en Washington.
(AP)
Los pasos hacia la anexión se han ralentizado, de la misma manera que el juicio a Netanyahu, para el gusto de los pobladores. Las últimas noticias aseguran que la anexión se dará el 1 de julio, tan sólo dos semanas antes de la audiencia judicial de Netanyahu.
Durante su discurso del domingo, Netanyahu no habló sobre problemas legales ni evidencia, sino que decidió hablar de política, diplomacia e historia.
Intentó diferenciarse de otros primeros ministros de derecha como Menachem Begin, que permitió a Egipto retomar el control de la península del Sinaí, y Ariel Sharon, quien supervisó la retirada de Israel de la Franja de Gaza.
“Yo no me retiro de la derecha”, dijo Netanyahu durante su conferencia de prensa previa a la audiencia.
Lento pero seguro, Netanyahu ha convencido al público de que la anexión sólo ocurrirá bajo su mandato, mientras retrasa el proceso. Si me voy, insinúa, nunca ocurrirá.
Varios líderes dentro del consejo Yesha, la organización de consejos municipales de asentamientos judíos en Judea y Samaria, creen que el plan estadounidense quita más de lo que da.
El presidente del consejo Yesha David Alhayani ha declarado que está listo para rechazar la anexión si se basa en el plan de Trump, al que describió como un “fraude”.
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El presidente del consejo Yesha David Alhayani durante una reunión a favor de la anexión de Judea y Samaria. .
(Alex Gambourg)
Esta idea es reiterada por el presidente del consejo regional de Benyamin, Israel Gantz, quien dijo que los pobladores “no deben ser tentados con trucos falsos”, agregando que le preocupa que “se dibujen mapas secretos entre los americanos y Netanyahu”.
Varios otros líderes, sin embargo, entre ellos el concejal de Efrat Oded Raviv, han apoyado la narrativa de que estamos al borde una anexión histórica y que no se debe desperdiciar esta oportunidad.
Netanyahu sabe que la anexión no sería sólo una parte de su legado, sino también evidencia de la fraudulenta investigación en su contra y en contra del bloque de derecha.
Esta es la razón por la que metódicamente retrasa los planes de anexión, con la esperanza de que la corte entre en conflicto con las masas y, beneficiándolo, retrase aún más el juicio.
A Netanyahu le importa más su juicio que la anexión, mientras a los pobladores les importa más la anexión que su juicio.
