Sarit Rosenblaum.
Sarit Rosenblaum.
Ynet
El mercado Karmel de Tel Aviv abarrotado de gente tras el levantamiento de las restricciones.

Cada israelí es un soldado en la guerra contra el coronavirus

Opinión: El gobierno sucumbió a la presión electoral y demostró una vez más que no está preparado para lidiar con la persistencia del coronavirus. Depende de nosotros, la gente, asumir la responsabilidad y luchar contra la próxima ola de este virus que dejó en claro la negligencia del gobierno en cada faceta de nuestras vidas.

Sarit Rosenblum - Adaptado por Adrián Olstein |
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Para aquellos que aún tenían dudas sobre sus capacidades, los eventos de Shavuot demostraron que el coronavirus aún no se dio por vencido en su batalla contra la humanidad. Poco después de celebrar su desaparición, el patógeno volvió a despertar y demostró que cantamos victoria antes de tiempo.
Sin realizar un gran número de pruebas, más de cien casos fueron identificados en el lapso de un día. Esto puede ser indicio de que la tan temida segunda ola ya está entre nosotros. La aparición de un nuevo brote, evidenciado principalmente en las instituciones educativas del país, no es ninguna sorpresa.
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El mercado Karmel de Tel Aviv abarrotado de gente tras el levantamiento de las restricciones.
El mercado Karmel de Tel Aviv abarrotado de gente tras el levantamiento de las restricciones.
El mercado Karmel de Tel Aviv abarrotado de gente tras el levantamiento de las restricciones.
(AFP)
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, sucumbió a las demandas y aprobó la reapertura generalizada del sistema educativo, a pesar de que estaba claro que el uso obligatorio de máscaras y la conformación de grupos de estudio reducidos, medidas elementales para evitar una mayor propagación del virus, no se estaban cumpliendo. En cualquier otro país donde reabrieron escuelas y jardines de infantes, estos requisitos se cumplen estrictamente.
En una entrevista, la jefa de servicios de salud pública del Ministerio de Salud, la profesora Sigal Sadecki, admitió que “desafortunadamente las instituciones educativas reabrieron bajo ciertas reglas difíciles de llevar a cabo, y eso es un problema”.
Sin embargo, el ministerio falló en su deber profesional y aprobó una medida populista que exceptuó, durante la reciente ola de calor, el uso de máscaras. Como si el virus se detuviera porque nuestros hijos tienen calor. Observando la línea de tiempo de los contagios, es posible que el nuevo brote que se observa ahora en la escuela secundaria Gymnasia Rehavia, en Jerusalem, sea el resultado de esos días sin máscara.
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Una gran cantidad de personas en la plaza Dizengoff de Tel Aviv.
Una gran cantidad de personas en la plaza Dizengoff de Tel Aviv.
Una gran cantidad de personas en la plaza Dizengoff de Tel Aviv.
(Moti Kimchi)
Igual de preocupante es el hecho de que una vez más, al igual que durante la primera ola pero esta vez sin excusas, el virus haya tomado por sorpresa al Estado de Israel. La historia muestra que las epidemias suceden en oleadas. Nunca estuvo en duda que un nuevo brote iba a llegar, sino cuándo.
A pesar de esto, los preparativos para recibirlo no se completaron. Esto incluye, primero y principal, el desarrollo de un sistema rápido y eficiente para identificar y aislar pacientes potenciales. Esa sería la única forma en que el Estado pueda llevar a cabo cierto regreso a la normalidad bajo la amenaza de la epidemia, sin tener que implementar otro cierre generalizado.
Aún sin saber si la segunda ola va a llegar con toda su fuerza, está claro que el gobierno se mostró negligente en su misión de salvaguardar la salud pública. El aumento actual de infecciones se debe principalmente a nosotros, las personas. Las semanas de intensa publicidad sobre la importancia de la higiene, las medidas de distanciamiento social y el uso de máscaras para frenar la epidemia no lograron evitar que muchas personas optaran por ignorar las reglas.
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La playa de Natanya después de la eliminación de la restricciones.
La playa de Natanya después de la eliminación de la restricciones.
La playa de Natanya después de la eliminación de la restricciones.
(Ido Erez)
Este desprecio arrogante e irrespetuoso a unas simples pautas condena a las personas mayores y a quienes padecen enfermedades a una brutal prisión domiciliaria. Ahora es el momento de detenerse a pensar cómo elegimos administrar el período que se acerca.
Bajo la amenaza del virus, no es posible hacer una cosa y la contraria al mismo tiempo: abrir la economía e ignorar las regulaciones; detener la propagación del virus y organizar conciertos masivos; enviar a los niños a los colegios con máscaras y equipo de protección pero evitar que tengan calor. La realidad demostró que esto no funciona.
Si queremos mantener tanto la economía como la salud pública al tiempo que reducimos el número de víctimas -del virus y de la economía estancada-, hay que pagar el precio. Israel sólo tendrá éxito si todos se suman a la causa, desde los soldados de las Fuerzas de Defensa, hasta los estudiantes de yeshivá en Bnei Brak y los dueños de las cafeterías de Tel Aviv.
Estamos juntos en esto: somos un ejército sin exceptuados.
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