El evento que comenzó el domingo en la Corte de Distrito de Jerusalem excede los aspectos legales del futuro del primer ministro, Benjamín Netanyahu. Más allá del hecho sin precedentes de ver a un jefe de gobierno en ejercicio enfrentar un juicio en su contra, lo que se libra por estos momentos es una batalla por la hegemonía y el control del poder judicial.
Por un lado está el sistema legal moderno, con sus valores liberales, que busca someter a la sociedad israelí a reglas apolíticas, equitativas y actualizadas. El lado opuesto está encarnado por Netanyahu, cuya presunta corrupción y uso de la propaganda y la provocación para intentar evadir sus problemas legales desgarraron a la sociedad israelí.
Gracias a su dominio de la manipulación, Netanyahu llevó a la mitad de la sociedad israelí a expresar una falta de fe en las instituciones del Estado. Es difícil que esa gente crea en los jueces y la fiscal cuando los vean en el juicio.
La crisis social llega en un mal momento para el sistema legal. Pero es importante aclarar que la situación no es nueva. Los rangos más altos de la Fiscalía General de Israel y el sistema judicial irradian desdén, negación e incluso desprecio por las críticas, tanto internas como externas.
Cualquier intento de abordar los problemas internos del sistema judicial se encuentra enseguida con la resistencia de quienes alegan que se está obrando en favor de “los corruptos” y de aquellos que quieren destruir a la Justicia.
Esta situación se ve exacerbada por problemas que sí existen, por ejemplo, la demora en la toma de decisiones y la adjudicación de casos, las acusaciones de favoritismos al nombrar como jueces a socios políticos y los acuerdos internos en el Comité de Selección Judicial de la Knesset. Todo esto contribuyó a la sensación por parte de la gente común de que no existe la justicia.
Este es el trasfondo sociopolítico del juicio de Netanyahu. En consecuencia, la fiscal Liat Ben Ari, en representación del interés público, enfrentará al acusado dotada de las habituales pilas de evidencia y testimonios, pero también contará son personal de seguridad que cuidará de su integridad física.
Frente a ella habrá tres jueces distritales, los mejores que el sistema judicial tiene para ofrecer. Ellos también contarán con un refuerzo a su seguridad, como si se tratara de un juicio contra jefes de la mafia.
El cuadro lo completa el primer ministro, quien en lugar de mostrar respeto por sí mismo, por los ciudadanos de Israel y por la gravedad de la situación, seguramente congraciará a la corte con una de sus burlas características.
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"Netanyahu llevó a la mitad de la sociedad a expresar su falta de fe en las instituciones del Estado.
(Gil Yochanan)
En apoyo a Netanyahu en la corte estará Miri Regev, la ministra del que a su vez forma parte del Comité de Selección Judicial, pero que también muestra preocupación por los conflictos de intereses.
Se espera de este juicio que no sea simplemente otro proceso legal. Hay aquí una batalla entre un proceso correcto, equitativo y justo frente al propósito constante por subvertirlo, incluídas las payasadas políticas y los intentos por desalentar el sistema de aplicación de la ley en Israel.
Mucho se ha dicho acerca de lo contaminado e ilegitimo que es todo este proceso. También su resultado.
