Desde el momento en que comenzó la pandemia de coronavirus, los economistas de todo el espectro político de Israel trataron de explicarle al público que esto no era una crisis financiera, sino que se trataba de una crisis de salud que conllevaba graves repercusiones económicas.
Dado que la plaga es la fuente de la crisis, detenerla es un requisito previo para la rehabilitación de la economía. No hay forma de ayudar a la economía si el brote no se detiene primero.
Este mensaje, sin embargo, fue pasado por alto por la mayoría del público y por sus líderes.
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El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Benny Gantz.
(Haim Horenstein)
Prueba de esta falta de comprensión se puede ver en el uso de la palabra "compensar". Los afectados económicamente por el virus afirman que el gobierno necesita “compensarlos” por la pérdida de ingresos.
¿Compensarlos por qué? Las restricciones y regulaciones se establecieron únicamente para detener el virus y proteger la salud pública, incluidos aquellos que sufrieron a causa de él.
La demanda de esta compensación tuvo su escenario durante la protesta masiva realizada en Tel Aviv el sábado por la noche. Esta protesta, por cierto, nunca habría recibido un permiso en ningún otro estado democrático con una tasa de morbilidad tan severa como Israel.
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Miles de personas en Tel Aviv protestan por la respuesta económica del gobierno a la pandemia de coronavirus.
(Moti Kimchi)
Pero ningún gobierno o funcionario de salud tuvo el coraje de advertir contra los peligros de una reunión tan grande. Según los expertos, es razonable suponer que cientos de pacientes con coronavirus participaron en la protesta, muchos de ellos asintomáticos.
La rabia que se siente en Israel, incluso si es un poco exagerada, no proviene del sistema, sino de las expectativas que tenía la gente.
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El primer ministro Benjamin Netanyahu admitió la semana pasada que Israel reabrió su economía demasiado pronto.
(GPO)
Creyeron en los legisladores que hablaron de terminar mágicamente con todas las restricciones, independientemente de la continua propagación del virus.
Suecia intentó hacer esto y lo pagó diez veces, con un fuerte aumento en los casos y una grave recesión económica. Este fallido modelo sueco fue adoptado por la administración Netanyahu-Gantz y todavía nos persigue.
Los políticos deben decir la verdad, incluso si duele. Levantar las restricciones e imprimir más dinero no ayudará a los desempleados. La salvación económica sólo llegará una vez que se detenga el virus.
Hasta entonces, el gobierno debe redoblar esfuerzos para ayudar a los económicamente afectados a mantener sus cabezas fuera del agua y preparar un plan práctico para revitalizar la economía, hacer que el sector empresarial vuelva a funcionar e incentivar la inversión una vez que termine la pandemia.
Por supuesto, eso sólo puede suceder si el gobierno no se desmorona debido a una estúpida acerca de si el presupuesto cubre los próximos dos años o sólo tres meses.
