Sarit Rosenblum
Sarit Rosenblum.
Dana Kopel
Prueba de coronavirus en el aeropuerto internacional Ben Gurión.

Israel espera la próxima variante con los brazos abiertos

Opinión. Mientras el coronavirus recrudece en Europa, el gobierno israelí decide aliviar restricciones. El motivo es económico y todos pagaremos por ello.

Sarit Rosenblum - Adaptado por Tom Wichter |
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El Ministerio de Salud de Israel anunció una mayor flexibilización en las restricciones para combatir al coronavirus: todas las personas que ingresen a Israel, inclusive turistas, podrán abordar el avión luego de una prueba de antígenos poco confiable.
Se trata de una decisión desconcertante, en función del récord de contagios que experimentan países europeos como Alemania, Hungría, Suiza, Austria, Países Bajos y República Checa. Cualquiera que venga de esos sitios puede ser portador del virus y de variantes inquietantes que todavía no conocemos.
El primer ministro Naftalí Bennett decidió que este era el momento de alentar el turismo. Los turistas podrán ingresar aunque no hayan recibido una tercera dosis de la vacuna, y a pesar de que hayan pasado más de seis meses desde la aplicación de la segunda inyección. Esto se contradice con la decisión del gobierno israelí, que tiempo atrás determinó que los vacunados con dos dosis, si ya pasaron seis meses de la segunda, legalmente ya no estaban protegidos contra el COVID-19 y perdían la posibilidad de tramitar el “Pase Verde” para acceder a eventos sociales y culturales en espacios cerrados.
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 Un trabajador de la salud toma una muestra de hisopo de un viajero para una prueba de coronavirus en el Aeropuerto Internacional Ben-Gurion.
 Un trabajador de la salud toma una muestra de hisopo de un viajero para una prueba de coronavirus en el Aeropuerto Internacional Ben-Gurion.
Prueba de coronavirus en el aeropuerto internacional Ben Gurión.
(Reuters)
La semana pasada Israel realizó un ejercicio militar para prepararse ante una eventual variante de coronavirus bautizada como “Omega”, que en el ejercicio simulaba ser mortal y resistente a las vacunas. Con el debido respeto al ejercicio, el gobierno no está tomando las medidas necesarias para evitar el ingreso de nuevas variantes del virus. En la práctica, lo está esperando con los brazos abiertos.
Detrás de esta decisión escandalosa, y de otras que la precedieron, solamente hay una consideración: la económica. El Ministerio de Finanzas no quiere compensar a las empresas afectadas por la crisis, como se espera que lo haga en una pandemia, y para evitar esa erogación está dispuesto a asumir riesgos irracionales.
Según Benett a la variante Delta la tratamos de manera responsable, sin cierres, pero lo cierto es que el gobierno jugó con nuestras vidas y, con mucha suerte mediante, salimos del problema con relativa seguridad. Nuevamente el primer ministro está dispuesto a asumir riesgos en medio de una realidad frágil: después de unas semanas de desvanecimiento de la cuarta ola de coronavirus, se vislumbran los primeros síntomas de la quinta.
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El primer ministro Naftali Bennett en la discusión del gabinete sobre el coronavirus.
El primer ministro Naftali Bennett en la discusión del gabinete sobre el coronavirus.
El primer ministro Naftali Bennett durante un debate del gabinete sobre el coronavirus.
(GPO)
Los últimos datos de morbilidad son suficientes para aplacar el exceso de confianza. Este miércoles se registraron decenas de infecciones más que en la semana anterior y el coeficiente de infección volvió a acercarse a 1. Que el coronavirus se vuelva a extender en el sistema educativo israelí, entre niños de 6 a 11 años que lleven el virus a sus hogares, es solamente cuestión de tiempo.
Existe un motivo adicional de preocupación: a pesar de las declaraciones de los políticos que esperaban que la dosis de refuerzo nos protegiera más que la segunda dosis, y de que no hay evidencias de que la tercera inyección esté perdiendo efectividad, profesionales del hospital Sheba reportan una caída dramática en el número de anticuerpos, en comparación con los niveles observados inmediatamente después de la aplicación de la tercera dosis.
Para algunos de estos profesionales, que según el hospital Sheba son minoría, es una incógnita si las personas monitoreadas están protegidos contra el COVID-19 y si esa protección perdurará en el tiempo. Las implicancias de estos números todavía no están claras, pero esta tendencia nos obliga a ser más cuidadosos.
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