La pareja israelí arrestada en Turquía la semana pasada después de fotografiar la residencia del presidente Recep Tayyip Erdogan durante una visita turística a Estambul es un desafortunado peón en el retorcido juego de supervivencia política del decrépito sultán.
La pareja podría haber sido fácilmente holandesa o estadounidense, pero los israelíes son mucho más "sexys". El término "conexiones con el Mossad" siempre aparece en llamativos titulares.
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Pieza de humor gráfico sobre la pareja israelí detenida en Estambul.
(Yotam Fishbein)
Todo esto es parte del plan de Erdogan: obtener tantos titulares como sea posible para desviar las críticas del pueblo turco contra él, su partido y su menguante popularidad.
Preparar crisis diplomáticas, preferiblemente con naciones no musulmanas, ha sido una estrategia recurrente para impulsar su posición en las encuestas.
En los últimos años, Erdogan ya ha jugado este truco con Alemania, Rusia, los Países Bajos, Estados Unidos e incluso China.
Está dispuesto a ser sometido a sanciones europeas y estadounidenses, todo con el objetivo de unir a la nación que lo rodea y mantenerse en el poder.
Ahora, cuando la oposición turca está a punto de convertirse en una amenaza real en las elecciones generales de 2023, como había sucedido anteriormente con las elecciones municipales en Estambul en 2019, vuelven los cuentos de agentes del Mossad.
El intento de Turquía de provocar un incidente diplomático con Israel el mes pasado por el arresto de 15 hombres que presuntamente eran agentes del Mossad que espiaban a los funcionarios de Hamás en el país, realmente no dio resultado y no proporcionó el impulso en las encuestas que Erdogan estaba buscando.
Al final, nadie pudo confirmar realmente para quién trabajaban estos "agentes", todos los cuales eran musulmanes palestinos de la Franja de Gaza.
Y luego llegó el turno de la pareja israelí que se encontraba de vacaciones. Ahora las autoridades turcas tienen al menos 20 días para intentar exprimir todo lo que puedan de Israel y dar a los periódicos locales algunos titulares jugosos y patriotas.
A medida que continúen los procedimientos legales para los dos, los funcionarios turcos e israelíes retrasarán las conversaciones en las que Ankara exigirá más y más de Jerusalem.
Esta lista de deseos podría incluir mejorar la posición política de Turquía en el Monte del Templo a través de sus agencias que operan en el complejo, una disculpa pública por presunto espionaje y esfuerzos de ayuda adicionales para Hamás en Gaza.
Si los titulares de los periódicos no pueden entregar la mercancía, siempre hay un diplomático israelí al que expulsar.
Después de dos décadas en el poder, Erdogan está empezando a sentirse en apuros. Los precios en Turquía se han disparado en más del 29% en octubre debido a la inflación y el alto desempleo continúa aumentando.
La lira turca sigue depreciándose, las reservas nacionales se agotan, los inversores extranjeros sacan su dinero y el sector turístico, uno de los principales motores económicos del país, aún no se ha recuperado de los fuertes golpes que sufrió durante la pandemia de coronavirus.
Dado que las predicciones económicas siguen siendo pésimas en el mejor de los casos, Erdogan está recurriendo a políticas populistas para mantenerse a flote.
Por ejemplo, presionó a los bancos para que redujeran las tasas de interés para ganarse el favor de su base islamista, que considera que el interés es haram (prohibido o pecaminoso para los musulmanes).
Para cimentar su control sobre el poder, Erdogan está dispuesto a erosionar la independencia del Banco Central y empujar a Turquía aún más hacia el desastre económico.
Se enfrenta a crecientes críticas por el nepotismo y la corrupción generalizados que impregnan su régimen.
El público consideró la devastación masiva causada por los incendios forestales en Turquía a principios de este año como una consecuencia de la negligencia provocada por la corrupción.
Todo es juego limpio ahora, incluso la Constitución turca, que Erdogan está tratando de enmendar para reducir el umbral de votantes y permitir que los partidos aliados más pequeños ingresen al Parlamento en las elecciones de 2023.
Al mismo tiempo, está aumentando la censura en los medios y persiguiendo a las instituciones encargadas de supervisar la votación.
Turquía no es un lugar seguro para los turistas israelíes, no debido al pueblo turco, sino por un régimen cínico y hostil que ha convertido a Israel en enemigo del país solo para mantener al líder en el poder.
Incapaz de imponer sanciones como represalia, Jerusalem se ha convertido en la bolsa de boxeo personal de Erdogan.
