Es difícil no preguntarse si Israel se ha convertido en un protectorado de Estados Unidos en los últimos días o tal vez en el estado número 51 de facto de Estados Unidos, a pesar de que el primer ministro Netanyahu y el vicepresidente J.D. Vance lo negaron el miércoles al comienzo de su reunión conjunta. No obstante, la potencia norteamericana decidió mantener una presencia constante de altos funcionarios aquí, para no abandonar Israel ni por un momento.
La visita del vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, a Israel se produjo en un momento de alta sensibilidad política y territorial. Mientras el funcionario norteamericano recorría Jerusalén y mantenía reuniones con líderes israelíes, la Knesset debatía y aprobaba en primera lectura una propuesta legislativa que busca extender la soberanía israelí sobre partes del área C en Cisjordania, una medida que reaviva tensiones internas y genera preocupación internacional.
Una visita con gestos, pero sin definiciones
Vance llegó a Israel en medio de una agenda cargada de simbolismo. Visitó el Muro de los Lamentos, se reunió con el primer ministro Benjamin Netanyahu y con el presidente Isaac Herzog, y participó en actos conmemorativos vinculados a víctimas del terrorismo. En sus declaraciones públicas, reiteró el compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel y condenó los ataques perpetrados por grupos armados palestinos en las últimas semanas.
Sin embargo, evitó pronunciarse sobre el proyecto de ley que busca aplicar la legislación israelí en asentamientos ubicados en Cisjordania, una iniciativa impulsada por sectores de la coalición gobernante. La omisión fue interpretada por analistas como una estrategia de prudencia diplomática, en un contexto donde cualquier gesto puede ser leído como respaldo o desaprobación.
La votación en la Knesset: soberanía en disputa
Mientras Vance recorría Jerusalem, la Knesset aprobaba en primera lectura una propuesta que busca extender la jurisdicción israelí a zonas del área C, bajo control civil y militar israelí según los Acuerdos de Oslo. La iniciativa, promovida por diputados del bloque de derecha, apunta a consolidar la presencia israelí en asentamientos considerados estratégicos, como Ma'ale Adumim y Gush Etzion.
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Edelstein en el pleno de la Knesset. Votó a favor, contrariamente a la posición de su partido.
(Knesset)
La votación fue celebrada por líderes del movimiento de colonos, que consideran que la medida corrige una “anomalía legal” y fortalece la soberanía israelí. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos y sectores de la oposición advirtieron que se trata de un paso hacia la anexión unilateral, que podría desatar una escalada de violencia y aislar aún más a Israel en el plano diplomático.
Reacciones cruzadas y señales ambiguas
Desde Washington, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que reafirma su compromiso con una solución negociada al conflicto palestino-israelí, basada en dos Estados. Aunque no se mencionó explícitamente la votación en la Knesset, el mensaje fue interpretado como una forma de marcar distancia sin confrontar directamente.
Fuentes cercanas al vicepresidente aseguraron que su visita tenía un carácter conmemorativo y estratégico, pero no implicaba un respaldo a medidas legislativas concretas. “Estados Unidos sigue comprometido con la estabilidad regional y con el respeto a los acuerdos internacionales”, señalaron.
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El vicepresidente de EE.UU. y el primer ministro de Israel, con sus respectivas esposas, en el desayuno.
(GPO)
En paralelo, líderes palestinos condenaron tanto la iniciativa parlamentaria como la visita de Vance, a quien acusan de legitimar políticas de ocupación. En Ramallah, se realizaron manifestaciones en rechazo a lo que consideran una “normalización de la anexión”.
Un tablero complejo
La coincidencia entre la visita de Vance y la votación en la Knesset expone las complejidades del tablero político israelí y las tensiones latentes en la relación con Estados Unidos. Mientras el gobierno de Netanyahu busca avanzar con su agenda territorial, Washington intenta mantener un equilibrio entre el respaldo histórico a Israel y la necesidad de preservar canales de diálogo con los actores palestinos.
La situación en Cisjordania sigue siendo uno de los puntos más sensibles del conflicto, y cualquier movimiento legislativo o diplomático puede tener consecuencias profundas. En este contexto, la visita del vicepresidente norteamericano y la votación parlamentaria no son hechos aislados, sino piezas de una dinámica que se redefine día a día.






