Varios líderes políticos y de base jordanos han expresado una fuerte oposición a la declaración de intenciones firmada esta semana por Jordania, Israel y los Emiratos Árabes Unidos, con Estados Unidos como patrocinador. El tratado consiste en un intercambio de energía solar del país vecino -con importantes problemas para hidratar a su población- por agua desalinizada del Estado judío.
Uno de los primeros en pronunciarse fue Mohammad Al-Najjar, ministro de Agua de Jordania, quien señaló que la declaración de intenciones no cancela el trabajo en un proveedor de agua nacional, que tiene como objetivo proporcionar unos 300 millones de metros cúbicos de agua potable al año. En ese sentido, el funcionario agregó que la declaración de intenciones "no está relacionada con el acuerdo de paz (con Israel) y no es obligatoria en Jordania".
También, el ministro deslizó que si bien "Jordania no está construyendo su estrategia hídrica sobre esta declaración, si se convierte en un acuerdo, se presentará al Parlamento para su aprobación".
La situación del agua en Jordania ha alcanzado un déficit de 40 millones de metros cúbicos en 2021, dijo Bashar Bataineh, secretario general de la Autoridad del Agua de Jordania, en un comunicado oficial. De este modo, dejó en claro que “el déficit de agua en la capital ha alcanzado los 20 millones de metros cúbicos”, refiriéndose a la ciudad de Amman, que tiene una población de unos 4 millones de personas.
Por parte, Omar Salameh, asistente del secretario general y portavoz del Ministerio del Agua de Jordania, dijo que la firma de la declaración de intenciones significa que se llevará a cabo un estudio serio de la viabilidad del proyecto en 2022 y es posible que, como resultado, Jordania reciba 200 millones de metros cúbicos de agua al año.
Salameh insistió en que la declaración aún no es un acuerdo desde el punto de vista legal y técnico. También señaló que Jordania no llevará a cabo el acuerdo a menos que obtenga la cantidad de agua que necesita anualmente y dijo que la idea de la declaración surgió como resultado del aumento de las necesidades de Jordania, que se han intensificado debido al aumento de la población y la necesidad de agua para la industria y la agricultura.
Jordania ya pidió ayuda a Israel en octubre, firmando un acuerdo para comprar 50 millones de metros cúbicos adicionales de agua (además de los 35 metros cúbicos al año que ya recibe como resultado del tratado de paz de 1994). En dicha oportunidad, se concretó una reunión entre la ministra de Infraestructura, Energía y Recursos Hídricos de Israel y su homólogo jordano.
Una hora después del anuncio público del acuerdo, la tribu Bani Hassan, la más grande de Jordania, protestó en Zarqa, al noreste de Jordania, quemando neumáticos y bloqueando temporalmente carreteras en protesta contra el acuerdo, visto como otra señal de normalización con Israel.
En la misma línea de rechazo, el Foro Nacional de apoyo a la resistencia, una amplia coalición nacional, ha convocado una gran manifestación esta semana en el centro de Ammán. El lema de la marcha de protesta será: "Un rechazo al vergonzoso acuerdo de agua por electricidad firmado por el Gobierno con el enemigo sionista".
El Dr. Anis Kassim, abogado internacional y editor del Anuario de Derecho Internacional de Palestina, dijo que el acuerdo entre Jordania, Emiratos Árabes Unidos e Israel convertirá a Ammán en "un rehén de los objetivos expansionistas y extorsionistas de Israel".
Según Kassim, al poner las necesidades vitales de Jordania en manos de los israelíes, podrían utilizar esta herramienta para presionar a Jordania para que haga concesiones políticas. Para concluir, argumentó que se trata de un esfuerzo disimulado para llevar al país vecino a los Acuerdos de Abraham.
El artículo fue escrito por Daoud Kuttab y reimpreso con permiso de The Media Line.