El momento en que llega el anuncio del Ministerio de Salud el martes de que los viajeros israelíes en cuarentena tras su regreso al país y los turistas entrantes podrán liberarse del aislamiento presentando solo una prueba rápida de antígenos -a pesar de la discutible eficacia de la prueba- resulta por lo menos cuestionable.
Muchos países de Europa, entre ellos Alemania, Hungría, Suiza, Austria, los Países Bajos y República Checa, entre otros, asisten a nuevos niveles de morbilidad por coronavirus. Cada persona que regresa de allí no solo es un posible portador del virus y sus variantes, sino de mutaciones aún desconocidas.
Sin embargo, el primer ministro Naftalí Bennett cree que este es el momento perfecto para comenzar a impulsar el turismo en Israel. Esta medida se suma a otra decisión tomada la semana pasada para permitir que grupos de turistas extranjeros ingresen al país incluso si no recibieron la tercera dosis y la segunda le fue suministrada en los últimos seis meses.
Ambos pasos, de los que el gobierno se jacta por su éxito, muestran principalmente la peligrosa indiferencia de Bennett hacia la pandemia.
Los turistas de lugares con altas tasas de contagio podrán ingresar al país prácticamente sin limitaciones ahora que están exentos de una de las herramientas más cruciales en la batalla contra el virus.
Con el debido respeto a los simulacros (que al fin y al cabo son sobre todo estrategias de prensa), no parece que el gobierno realmente esté haciendo ningún esfuerzo serio para evitar la entrada de esta mutación hipotética. En realidad, solo están acelerando su llegada.
La única razón detrás de estas decisiones escandalosas es económica. El Ministerio de Finanzas no está interesado en compensar a las empresas afectadas por la crisis, como lo haría normalmente en caso de una pandemia global. A cambio, el gobierno está dispuesto a asumir riesgos irracionales para mantener abierta la economía.
Bennett sostiene que Israel se ocupó de la variante Delta de manera responsable y sin cierres, pero la verdad es que el primer ministro jugó con nuestras vidas y, por suerte, salió relativamente ileso.
Con Israel enfrentando riesgos crecientes que el primer ministro está dispuesto a asumir, la semana pasada se vieron los primeros signos de que la cuarta ola podría no haber desaparecido por completo. Los casos confirmados continúan en aumento, junto al coeficiente de reproducción del virus (R) que se acerca cada vez más a 1.
Los contagios están concentrados hoy en la población escolar y de jardines de infantes, con una campaña de vacunación pediátrica que aún no comenzó. Son niños que vuelven a sus casas y pueden esparcir el virus.
A esto se suma la advertencia del Centro Médico Sheba de que notaron una disminución en la cantidad de anticuerpos en personas con las tres dosis recibidas.
De cualquier manera, los líderes de Israel deben despertar de su indiferencia y asegurarse de que las tristes realidades de los últimos dos años no regresen.
