El primer ministro Naftalí Bennett, el ministro de Relaciones Exteriores Yair Lapid y el ministro de Finanzas, Avigdor Lieberman, se mostraron muy relajados el sábado por la noche cuando realizaron en conjunto una conferencia de prensa, esencialmente celebrando la aprobación del primer presupuesto estatal en tres años.
Además del deseo de mostrar un frente unido, que promete un gobierno que no colapsará antes de completar su mandato, los mandatarios aprovecharon la oportunidad para hablar sobre el futuro cercano del estado judío.
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Yair Lapid, Naftalí Bennett y Avigdor Lieberman celebran una conferencia de prensa conjunta.
(Haim Zach)
Sin embargo, lo sorprendente es que durante el evento no se mencionó en absoluto el programa nuclear iraní. No lo hicieron los gobernantes ni tampoco la prensa, enfocándose ambos en otros asuntos, como los precios de la vivienda, los atascos de tránsito y el alto costo de vida.
Es difícil ignorar cómo el tema iraní está reprimido tanto en la agenda del gobierno como en la cobertura de los medios
"La próxima tarea es aprovechar la estabilidad económica y enfrentar estos desafíos, que se han descuidado durante años", afirmó Bennett.
En julio, un mes después de asumir el cargo, Bennett y sus aliados no escatimaron críticas contra el ex primer ministro Benjamín Netanyahu por su negligencia en cuanto a la crisis de vivienda, el tráfico y el costo de vida.
"Fue su supervisión lo que permitió a Irán llegar al punto más alto de su programa nuclear", dijo una fuente en la oficina de Bennett.
No se puede decir que Irán no está en la agenda de Bennett y sería necio suponer que esos otros temas preocupan menos al público que la amenaza nuclear iraní. Cualquier intento por desatender cuestiones como la capacidad del público para pagar las facturas está condenado al fracaso.
Los desacuerdos sobre el tema iraní entre Estados Unidos e Israel son mucho mayores que sobre el asunto de la reapertura del consulado en Jerusalem Este
Sin embargo, es difícil ignorar cómo el tema iraní está reprimido tanto en la agenda del gobierno como en la cobertura de los medios. Durante el largo gobierno de Netanyahu, la mención de Irán en cada oportunidad posible se había convertido en una broma. Pero ese comentario tenía el potencial de dejar de ser una broma y convertirse en una amenaza real de destrucción masiva.
Bennett está en lo correcto cuando dice que siempre hubo una gran discrepancia entre lo que dijo Netanyahu y lo que hizo en realidad. En líneas generales uno esperaría un enfoque diferente del gobierno israelí. Pero no ahora, cuando las potencias mundiales se preparan para reanudar las conversaciones con Irán sobre el acuerdo nuclear.
En primer lugar, los desacuerdos sobre el tema iraní entre Estados Unidos e Israel son mucho mayores que sobre el asunto de la reapertura del consulado en Jerusalem Este. En segundo lugar, si el gobierno todavía confía en la cooperación con EE.UU., ¿por qué no se les consultó sobre un tema tan estratégico?
Que no esté Netanyahu para recordarlo a cada momento, no significa que Irán haya desaparecido.
Se trata de un dilema complejo, profundo y crítico que debería recibir mucha más atención de la que ha recibido recientemente bajo el disfraz de caos político. Y si Bennett realmente quiere hacer de Israel un lugar seguro, no puede ignorar la amenaza iraní ni desviar la atención pública a otra parte.
