A la avalancha de comentarios, publicaciones en las redes sociales y júbilo generalizado expresado por el grupo terrorista Hamás, desde su sede en Gaza, tras el mortífero atentado a tiros perpetrado el domingo en Jerusalem, sólo le faltó reivindicar la autoría del asesinato de Eliyahu David Kay.
Hamás se jactó de la afiliación del asesino al grupo islamista, pero no se ha adjudicado el ataque..
Esta reacción expresa la ambición del grupo de desestabilizar al máximo la seguridad en Cisjordania y en Jerusalem, manteniendo la calma en la Franja de Gaza. Los dirigentes de Gaza saben que pueden actuar con impunidad porque Israel dio su consentimiento no escrito a su comportamiento.
Entendiendo que un ataque mortal en la sensible Ciudad Vieja de Jerusalem es mucho más importante que un acto similar llevado a cabo en algunos pasos fronterizos de Cisjordania, Hamás desea el mayor caos posible en la capital mientras la zona bajo su control permanezca tranquila.
El propio grupo islamista se encuentra pasando por una situación frágil en Cisjordania. Durante el fin de semana, las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina (AP) lanzaron una operación militar en la ciudad de Jenín y sus alrededores para desarmar a los terroristas y reafirmar su autoridad en la zona.
En consecuencia, cualquier intento de Hamás de realizar una demostración de fuerza sería tratado con severidad.
Pero, un levantamiento de los palestinos en Cisjordania contribuiría a la fuerza de Hamás y obligaría a la AP a retroceder.
Mientras tanto, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) temen que el atentado mortal del domingo pueda servir de inspiración a otros, provocando nuevos actos de terrorismo, como ocurrió en años anteriores.
Los servicios de inteligencia israelíes están muy familiarizados con la localización de los palestinos que se proponen cometer atentados, y se apresuran a detenerlos antes de que puedan ejecutar sus planes. En los próximos días cabe esperar muchas detenciones de este tipo, que frustrarán cualquier intento de actores solitarios.
Pero las declaraciones de los políticos israelíes, que amenazan con cambiar el prolongado statu quo entre Israel y la dotación musulmana en torno al volátil Monte del Templo, podrían contribuir a crear más problemas.
Las declaraciones en las que se pide que se coloquen escáneres corporales de la policía en la Ciudad Vieja, como se intentó en 2017 por el gobierno de Netanyahu, seguramente provocarían un estallido de violencia que haría el juego a favor de Hamás.
Israel haría bien en actuar de forma discreta y decidida para garantizar la seguridad de la capital, restablecida en su mayor parte tras el conflicto de mayo en la frontera de Gaza, y evitar declaraciones rimbombantes que solo causarían más daño.