Tal y como se esperaba, las manifestaciones contra el gobierno se convirtieron en un campo de disputa. Como en cualquier otra protesta pública, todos se pueden sumar. Incluso grupos radicalizados.
Pero todavía falta un sector en este mosaico, uno que no solo podría, sino que debería estar presente, incluso liderando la acusación en función de sus valores sionistas, nacionales y morales: la derecha sionista religiosa.
Hay signos de malestar entre los miembros de este sector de votantes. Las encuestas muestran una disminución en el apoyo al partido gobernante Likud, mientras gana impulso el partido Hayamin Hahadash de Naftalí Bennett. Si bien las encuestas deben ser tomadas con pinzas, son un indicativo del humor social.
El liderazgo ultraortodoxo históricamente se mantuvo alejado de los debates nacionales y morales. Aunque algunos de sus miembros muestran un creciente interés en las cuestiones que preocupan al resto del país, sus líderes se siguen mostrando indiferentes.
En contraste, el sector sionista religioso tiene fuertes raíces en la sociedad israelí. Se los puede encontrar entre los líderes del ejército, el poder judicial y el gobierno. La corrupción es importante para ellos, así como los altos estándares morales.
Estos votantes están, en su mayoría, del lado derecho del mapa político. Pero ser de derecha no significa mantenerse indiferente a un liderazgo corrupto. Hasta ahora se mantuvieron alejados de las protestas que piden la renuncia del primer ministro Benjamín Netanyahu porque parecen ser una manifestación de la izquierda israelí.
Es cierto que la izquierda está presente en las protestas, pero no son ni la única voz, ni la más alta. Hay una amplia mayoría de manifestantes que representan puntos de vista centristas, tómese como señal la cantidad de banderas israelíes vistas en los eventos.
Los manifestantes no protestan contra la anexión o el plan de paz de Trump. No se grita a favor o en contra de los asentamientos. Están en las calles para pedir por una sociedad mejor. Lo que está en disputa es un cambio. Hay una oportunidad de elegir entre un líder que exhibe cinismo y glotonería y un liderazgo motivado por la responsabilidad y el comportamiento moral.
¿Por qué los votantes sionistas religiosos deberían mantenerse al margen? ¿Por qué deberían dejar a otros la disputa?
La izquierda israelí no tiene el monopolio de la lucha contra la corrupción. Personas corruptas se pueden encontrar a lo ancho de todo el espectro político. Es hora de ver a Netanyahu y a sus seguidores como lo que son: un primer ministro acusado de soborno, fraude y abuso de confianza rodeado de simpatizantes que admiten que su objetivo es el dinero y el poder, tal como admitió el referente parlamentario por el Likud, Miki Zohar.
Los miembros del público sionista religioso tienen mucho para aportar a estas manifestaciones. Tradicionalmente no se oponen a Netanyahu y podrían en este caso salvarlo de la humillación solicitando una renuncia en calma.
Es un sector de la población de Israel que debería posicionarse al frente del pedido por un país mejor. Son dueños de la legitimidad necesaria para hacerlo, junto al resto de los manifestantes.