Jonathan Henry Sacks, un rabino ortodoxo británico, falleció en el pico de la segunda ola de la pandemia de coronavirus hace casi 10 meses. Fue filósofo, teólogo, escritor y figura pública. Poco antes de su muerte grabó un podcast sobre el coronavirus en general y sobre cómo afectó a Israel en particular.
Sacks afirma allí que la pandemia le enseñó a no dar nada por sentado, sobre todo la vida en sí misma. La mayor parte de lo que nos rodea, sostiene en su análisis, están fuera de nuestro control. Pero la forma en que elegimos lidiar con ellas es nuestra propia responsabilidad.
Nos enfrentamos ahora a tiempos desafiantes, con las ansias de ver erradicado el coronavirus y que la vida vuelva a la normalidad.
Las escuelas en Israel reabrieron y aún resta ver cómo eso afectará a la propagación del virus en las próximas semanas. Si bien somos testigos de una estabilización de los casos graves, debemos ser conscientes de que unas 90 o 100 personas se enferman de gravedad cada día y unas 25 mueren en promedio.
En nuestra lucha contra la pandemia, no solo debemos evitar que los hospitales se vean desbordados en su capacidad, también debemos ser cuidadosos con el trágico número de muertos, que incluso afectó las cifras de esperanza de vida de Israel.
Los israelíes no parecen estar dispuestos a renunciar a nada
Aunque la decisión de Israel de volver a las clases presenciales en las escuelas es loable, deberíamos evitar correr otros riesgos innecesarios: reuniones masivas, conciertos de música, festivales, fiestas o viajes al extranjero. Pero los israelíes no parecen estar dispuestos a renunciar a nada.
De los 7.100 fallecidos desde el inicio de la pandemia, 605 murieron el mes pasado. Esto no puede ser ignorado. Se podría haber evitado un número considerable de muertes sin tener que llegar a medidas sanitarias severas ni cierres. Si los números actuales de contagios no disminuyen, la cantidad de muertes de septiembre puede ser incluso mayor que la de agosto.
Después de un año y medio de pandemia, la solidaridad y la responsabilidad social, vitales para cualquier sociedad que enfrenta tal catástrofe, disminuyeron.
Después de un año y medio de pandemia, la solidaridad y la responsabilidad social disminuyeron
Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío, es una oportunidad para evaluar la conciencia colectiva y para reflexionar sobre cómo nosotros, como sociedad, podemos volver a nuestros valores judíos fundamentales, especialmente el de la santidad de la vida.
No sabemos cuándo terminará esta pandemia. Todo indica que llevará un tiempo. La necesidad de construir una rutina que permita convivir con el virus es fundamental. Ese debería ser nuestro objetivo más cercano.
El mensaje del rabino Sacks en su último podcast no fue solo para que recemos en Rosh Hashaná, sino también para que asumamos la responsabilidad por nuestras vidas y las de las personas que nos rodean.
Que termine este año con sus maldiciones y pandemias, y comience un nuevo año de bendiciones.
Shana Tova U'Metukah.
Moshe Bar-Siman-Tov fue el director general del Ministerio de Salud hasta junio de 2020.