La nueva Casa Blanca está considerando al experto en Medio Oriente y especialista en resolución de conflictos, Robert Malley, para encabezar las conversaciones sobre el regreso de Estados Unidos al acuerdo nuclear con Irán.
Malley, que tiene una madre judía estadounidense y un padre judío egipcio, fue parte del equipo del expresidente Bill Clinton en la cumbre de Camp David de julio de 2000 y un alto funcionario de la administración de Barack Obama.
Es el actual CEO del International Crisis Group en Washington, que realiza análisis sobre crisis globales.
Al observar los estudios previos del grupo sobre el acuerdo nuclear iraní, se puede extrapolar fácilmente el curso de acción que tomará la administración Biden sobre el tema.
En primer lugar, el asunto se congelará hasta que Irán celebre sus elecciones presidenciales en junio de este año.
Después de eso, Estados Unidos lanzará dos vías de negociación separadas con Irán: una sobre el programa nuclear y otra sobre el desarrollo de misiles balísticos y la interferencia iraní en el Medio Oriente.
El compromiso de Washington de consultar con sus aliados regionales antes del inicio de estas negociaciones plantea la cuestión de con quién hablará exactamente Estados Unidos en Israel.
Actualmente no está claro quién dicta la política de Israel en lo que respecta a la amenaza iraní.
En diciembre, el asesor de Seguridad Nacional, Meir Ben-Shabat, escribió al ministro de Defensa, Benny Gantz, que la posición de Israel sobre Irán sería determinada por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien basaría su estrategia en el trabajo del Consejo de Seguridad Nacional.
Gantz respondió a Ben-Shabat, diciendo que el problema iraní no era un asunto privado de nadie, y que el sector de la defensa tendría un papel activo en el proceso de toma de decisiones junto con el Gabinete de Seguridad.
Desde entonces, no ha habido más comunicación sobre el tema entre las ramas del sector de la defensa de Israel y todos están ocupados produciendo sus propios documentos de trabajo.
El primer ministro no ve la necesidad de incluir a la División Estratégica de las FDI en ningún proceso de toma de decisiones respecto de Irán, a pesar de que los militares tienen la mayor cantidad de información sobre lo que realmente está sucediendo en la República Islámica y saben cómo luchar contra ello.
Mientras tanto, la Oficina del Primer Ministro ha decidido dejar de lado al Ministerio de Defensa, a pesar de que está en contacto regular con la administración de Estados Unidos sobre cuestiones estratégicas.
Netanyahu ha decidido abordar el problema iraní de la misma manera que decidió abordar la crisis del coronavirus, con él a la cabeza, apoyado solo por el Consejo de Seguridad Nacional.
El problema es que Estados Unidos no esperará a que Israel supere sus divisiones políticas y seguirá adelante con nuevas conversaciones con Irán, con o sin nosotros.