Para que naciera el nuevo gobierno de Israel, las (muy) diferentes partes de la coalición tuvieron que hacer una larga lista de concesiones. En ese sentido, el canciller Yair Lapid, quien debe ser acreditado como el principal arquitecto de este triunfo, cedió el primer turno como primer ministro a Naftali Bennett, a pesar de que su partido Yesh Atid tiene casi tres veces más escaños en la Knesset que Yamina.
Pero tenga la seguridad de que el compromiso de Lapid pronto podría brindarle una gran cantidad de beneficios. Cabe señalar que la decisión del jefe de Yesh Atid de otorgar el cargo de primer ministro a Bennett es prácticamente la única razón por la que se pudo formar este gobierno. Y al hacerlo, Lapid ha preparado el escenario para la oportunidad de establecerse en Balfour Street, incluso sin un acuerdo de rotación.
Los israelíes de todo el espectro político todavía están desconcertados por esta coalición de retazos, que hasta hace varios meses parecía pura fantasía. Judíos y árabes, religiosos y laicos, de extrema derecha y de extrema izquierda sentados juntos bajo el mismo techo.
El futuro proyectado y la longevidad de esta alineación sin precedentes son difíciles de evaluar debido a su singularidad en la historia política israelí. De este modo, Lapid, cediendo su lugar ante Bennett, convirtió al exaliado de Netanyahu en su conejillo de indias experimental.
La disposición de Lapid para ocupar el segundo lugar en el acuerdo de rotación, aunque se hizo a través de la generosidad política, el altruismo y la voluntad de hacer concesiones políticas dolorosas, también conlleva enormes dividendos en el futuro.
Bennett es ahora quien tiene que hacer que la coalición funcione, discutir con sus miembros en torno a objetivos comunes, no proponer ni apoyar legislación que pueda poner en peligro al frágil gobierno y generar confianza mutua y tranquilidad entre sus miembros. Los próximos dos años no serán fáciles. Pero, si este ambicioso proyecto fracasa durante ese tiempo, Lapid no será el culpable.
El posible colapso de este gobierno pondría en peligro las perspectivas electorales de muchos de sus miembros, pero el jefe de Yesh Atid puede decirles a sus votantes que lo intentó hasta el punto del sacrificio personal, pero ahora confíen en él para ir solo.
Por otro lado, si este gobierno pasa su referencia de cuatro años, Lapid puede ir a las urnas más fuerte que nunca. De cualquier manera, parece que pase lo que pase, todo funcionará según su plan. La próxima vez, no habrá necesidad de acuerdos de rotación.