El reiterado fracaso del liderazgo político para frenar el coronavirus en Israel obliga a la ciudadanía y otros funcionarios a asumir responsabilidades, y actuar de manera independiente para aplanar la curva de contagios.
Esto no quiere decir que haya que rebelarse y actuar en contra de las pautas o la ley. Eso nos convertiría en un país fallido de Medio Oriente como el Líbano o Irak, una situación de la que sería difícil recuperarse y pondría en peligro la existencia misma del Estado de Israel. El ajuste de cuentas con la clase política se debe realizar en las urnas, preferiblemente una vez que se haya encontrado una vacuna eficaz contra el COVID-19.
Lo que propongo es que todos cumplamos estrictamente las decisiones, aunque el cierre general sea doloroso, injusto y sesgado en cuanto intereses políticos. Lo que debe hacerse es actuar de manera firme y activa, pero no agresiva, para que el entorno de cada uno obedezca las pautas de distanciamiento. Inclusive llamando a la policía si los pedidos amables no resultan.
Es importante usar mascarillas, incluso tapando la nariz, especialmente en lugares cerrados o concurridos. Hay que mantener la distancia social y evitar las multitudes. Y además, pero no menos importante, es dejar de creer que somos tontos por respetar las pautas cuando otros no lo hacen.
Se trata de una idea complicada de implementar, pero su efectividad fue probada en otros lugares del mundo en donde los ciudadanos tomaron la iniciativa para reducir las infecciones. Pero para tener éxito es necesario liberarse de la dependencia excesiva de las decisiones gubernamentales, y la esperanza de sentarse a esperar que resuelvan nuestros problemas ministros sin experiencia de gestión y más preocupados por mantenerse en sus puestos.
La principal tarea de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el sistema de defensa e inteligencia, inclusive ahora, debe seguir siendo la garantía de seguridad física y la disuasión a los enemigos. En un momento de crisis israelí crecen las posibilidades de que Irán, sus socios chiítas o inclusive los palestinos adviertan una debilidad y pretendan aprovecharla con ataques sorpresivos, o bien utilizar este tiempo para fortalecer sus capacidades futuras.
Por eso las FDI deben implementar una minuciosa distribución de atención y recursos para mantener su fortaleza militar y poder de disuasión hacia los enemigos externos, al mismo tiempo que ayuda al sistema civil en su lucha contra el coronavirus. En algunas semanas el ejército estará en condiciones de liderar la localización y el corte de las cadenas de contagio de la población, pero no ahora cuando se confirman 7.500 casos diarios.
Los medios de comunicación, por su parte, deben cambiar paradigmas y adoptar enfoques proactivos que le permitan a la sociedad lidiar con los aspectos mentales, sanitarios y económicos de la pandemia; en lugar de encender polémicas y facilitar que los populistas y charlatanes se burlen de nosotros.
En otras guerras los israelíes demostramos más de una vez, como individuos y sociedad, que a pesar de los desacuerdos sabemos cómo asumir responsabilidades en tiempos de crisis. Llegó el momento de que, frente al coronavirus en aumento, volvamos a ser nosotros mismos.
