El domingo fue un día difícil para el primer ministro Benjamín Netanyahu y fue un día difícil para toda la nación.
Por primera vez, un primer ministro en funciones del Estado de Israel se sentó en el banquillo de acusados debido a su juicio por soborno, fraude y abuso de confianza.
Nadie quería presenciar tal espectáculo y el primer ministro hizo todo lo posible para evitarlo, luchando con uñas y dientes, utilizando medios legítimos e ilegítimos.
Después de darse cuenta de que no podía evitar la humillación de una acusación, hizo todo lo posible para asegurarse de llegar a su juicio como primer ministro en funciones.
Si alguno de nosotros se preguntara por qué Netanyahu llegaría tan lejos, el ataque del domingo contra la fiscalía nos dio la respuesta.
En su discurso, Netanyahu no contuvo nada. Flanqueado por ministros silenciados por máscaras faciales y compitiendo por una posición cerca del líder, para que los votantes del Likud puedan ver su devoción y recompensarlos por ello, el primer ministro organizó un espectáculo de terror surrealista.
No fueron sus secuaces los que arremetieron contra el fiscal general y la fiscalía, ya no fueron sus ministros los que atacaron al ex jefe de policía.
Fue Netanyahu mismo quien expresó las acusaciones, las insinuaciones y las amenazas, incluso hacia aquellos que decidirán su destino.
Este no era el discurso de un hombre que enfrentaba su peor crisis, no eran palabras pronunciadas con dolor. Este fue un evento cuidadosamente planeado.
Durante 15 minutos, Netanyahu se comparó con Alfred Dreyfus, un oficial judío francés que fue condenado por traición contra su Francia natal por un régimen antisemita.
Acusó a todo el sistema legal en Israel de confabularse contra él para deponerlo y burlar la voluntad de los votantes.
Afirmó que toda la derecha israelí fue acusada con él, pero no fue así. La derecha no aceptó cientos de miles de dólares en regalos, incluidos cigarros caros, champán y joyas. Él sí lo hizo.
Y después de sus intentos de arrojar sospechas sobre las mismas personas que él mismo había designado para encabezar la policía y el poder judicial, estas instituciones están ahora bajo amenaza.
Espero que sea encontrado inocente. Espero que limpie su nombre, pero depende de la corte decidir su destino, no de él.